Querido Félix: Llegó septiemble. Ya sabes, el mes de la patria, de esos desfiles escolares mal coreografiados, de los bigotitos falsos de charro pegados con quien sabe que … pero sobre todo, el mes de los temblores. Aquí en la ciudad no se necesita una agenda para recordarlo , la paranoia colectiva empieza a sentirse desde el minuto uno del 1º de septiembre. Es como si toda la población compartiera el mismo pensamiento intrusivo: “hoy sí tiembla”. Y si no tiembla hoy, bueno, tiembla mañana. Y si no mañana, pues pasado. El punto es vivir en esa dulce incertidumbre, ese estrés que solo entiende el chilango promedio. Como sabes yo trabajo en un séptimo piso, lo cual me convierte automáticamente en mártir en potencia. Cada septiembre me pasa lo mismo, cuando entro al edificio pienso en el arquitecto que lo diseñó: ¿habrá tenido título o solo era un entusiasta de los Lego? Porque las decisiones estructurales claramente no las tomó alguien con sentido común. Estoy convencida...