Términos y condiciones
Aceptamos la herida con un clic,
como si el amor fuera un contrato
escrito en sombras y promesas sin firma.
Nadie lee las cláusulas del deseo:
las letras pequeñas donde dice
que habrá mentiras disfrazadas de caricias,
que los silencios pesan más que las palabras,
que el miedo vence antes de la guerra.
Nos juramos eternidad
sin revisar los anexos:
los celos, los pasos ocultos,
la sospecha guardada en un cajón
con olor a tabaco y piel húmeda.
Todo amor lleva adjunto
una serie de advertencias:
puede contener lágrimas,
puede perder color al contacto con la verdad,
puede quebrarse en manos torpes.
Firmamos de todos modos,
con sangre o saliva,
con la urgencia de quien quiere creer
que esta vez el fuego será distinto.
Y al final,
cuando se cumple la garantía del olvido,
cuando el cuerpo caduca en el recuerdo,
quedan las condiciones incumplidas
como ruinas legales en la memoria.
El amor, pienso,
es un documento roto:
nadie lo lee completo,
todos lo aceptamos.
OA
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