Querido Félix, mi único y verdadero confidente (y el único ser humano que soportó sin querer asesinar (a veces)): ¿Cómo estás? Bueno, en realidad no me importa, pero como es costumbre, pregunto por pura formalidad. Espero que no estés celebrando el 14 de febrero, porque si lo haces, tendré que reconsiderar nuestra amistad. Ya sabes cómo me siento respecto a esa fecha: una trampa comercial diseñada para hacer que la gente se sienta miserable, ya sea porque están solos o porque están atrapados en una relación que probablemente odian. Pero, en fin, no voy a empezar esta carta con una diatriba sobre el capitalismo romántico (aunque podría, y lo haré luego). Hoy, en cambio, te voy a contar por qué el 14 de febrero es mi día menos favorito del año, y cómo una vez, en un arrebato de estupidez adolescente, caí en la trampa de intentar ser "normal". Y si, fue un verdadero desastre. ¿No se sí recuerdas que una vez te mencioné que intenté ser "normal"? Sí, yo también me río de...