14 de abril 2024 ¡Hola, Félix! Permíteme compartir contigo una reflexión sobre una especie que abunda más que las palomas en iglesia: los envidiosos. Desde padres que parecen agentes de bolsa comparando a sus hijos como si fueran acciones, hasta compañeras de trabajo que destilan más veneno que una serpiente de cascabel, estos seres parecen estar en todas partes, listos para amargarte el café con su toxicidad. Empecemos con los padres envidiosos, esos seres que parecen tener una competencia permanente para comparar a sus hijos con los de los demás. ¿Tu hijo sacó un 10 en matemáticas? ¡Pues el suyo ya está resolviendo ecuaciones cuánticas en el MIT! ¿Tu hija ganó una medalla en natación? ¡La suya ya está preparándose para las Olimpiadas! ¿Cómo no sentirse como un pez fuera del agua con tanta comparación? Luego están las compañeras de escuela, esas pequeñas brujas que disfrutan de tu sufrimiento tanto como de su maldad. ¿Recuerdas a la niña que te miraba como si fueras un extraterre...