Queridísimo Félix: Espero que todo vaya mejorando, y que está carta te ayude a distraerte un momento. He descubierto o más bien, perfeccionado , el arte milenario, espiritual y profundamente necesario de evadirme de la realidad. No hablo de iluminación, ni de esos cursos para “manifestar abundancia” que venden unas señoras en Instagram que creen que la lavanda cura la ansiedad. No, Félix. Lo mío es evasión pura, dura y estratégica. Un mecanismo de supervivencia digno de un documental de National Geographic: “La hembra antisocial y las técnicas para no perder la cordura en ambientes hostiles”. Porque mira, si algo me ha enseñado la vida o sea, sobrevivir a reuniones familiares, trabajos, escuelas y a la humanidad en general , es que evadirte no es un lujo: es una necesidad del mismo calibre que respirar o fingir que te importa lo que dice tu jefe. Todo empieza en las reuniones familiares con mi tía prianista, esa criatura medieval que vive en un loop eterno de comentarios cla...