Critters, 2019 Querido Félix: Ya empezó oficialmente el apocalipsis: las vacaciones de verano. Y no es que una sea amargada (bueno, sí), pero seamos honestos: salir a la calle estos días es como lanzarse a una selva sin machete ni voluntad de vivir. Están sueltos, Félix. Todos. Los niños. Las pequeñas fieras salvajes que durante diez meses al año se mantienen encerradas en jaulas institucionales llamadas escuelas, ahora andan libres, sin correa, sin supervisión, sin tapón emocional. Y lo peor: sin maestros que los aguanten. Están por todas partes. Gritan, saltan, corren, se arrastran, chillan, vomitan lo que tragaron, trepan bardas y patean sillas en las fondas como si estuvieran recreando la caída de Constantinopla, pero sin contexto histórico. Yo los observo con la misma expresión que una viejita de pueblo ve llover sapos: entre el espanto y el resentimiento. Los parques parecen zonas de guerra. El otro día fui a la tiendita por un café y salí perseguida por un grupo de niños en croc...