El Retorno inútil
He dormido en las ruinas
de un ayer que se niega a morir,
entre espejos que solo devuelven
rostros que ya no soy.
Cada noche arrastro las cadenas
de un gesto que no hice,
de una palabra que callé,
como si pudiera reconstruir
la casa del incendio
con sus propias cenizas.
Hay canciones que no deberían cantarse
más de una vez.
Pero yo las repito,
bajo la lengua,
como un rezo sin dios,
como un vino agrio
que aún llama mi sed.
He amado la sombra de los días
más que la luz de hoy.
He abrazado los fantasmas
con ternura de ciego,
esperando que alguno
me abrace de vuelta.
Pero el pasado no tiene carne,
no tiene voz,
solo susurra:
“Aquí no es,
pero era hermoso.”
Y en ese murmullo
me pierdo,
me disuelvo,
como sal en una lágrima vieja.
No hay puente de regreso.
El río ya no está.
Solo el eco de su cauce
bajo mis pasos inmóviles.
El futuro llama
con voz de niño aún no nacido,
pero yo sigo aquí,
entre fotografías que mienten,
en cartas que nunca envié,
sosteniendo una historia rota
como si aún pudiera continuarla.
El error no fue perder,
fue quedarme allí.
Plantado como cruz
en la tierra yerma
del "hubiera".
Y mientras el tiempo gotea
como cera en mi frente,
el presente pasa de largo,
descalzo, fugaz,
y el mañana,
ese dios que no perdona,
se esfuma en el humo
de mi propia demora.
OA
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