Sigue intrigándome la cuestión de la identidad y la comunidad. La historia del laicismo del Estado muestra que la identidad de la comunidad es siempre de naturaleza religiosa o afín a esa naturaleza. Las noticias sobre Irak de estos días ponían de manifiesto que Hussein había logrado imponer una unidad nacional por encima de las comunidades gracias a la creación de un Estado laico. Ahora con la supuesta democracia las comunidades vuelven a reivindicar su identidad, naturalmente religiosa, y la primera consecuencia de ello es un retroceso de las libertades. Por ejemplo, canónicamente, de las libertades de la mujer. La identidad en este sentido es propiamente enajenación: sumisión al Ello. Lo opuesto a la libertad. El que se identifica así no se pertenece, pertenece a la comunidad. Como el religioso a la divinidad. La comunidad que reivindican quienes reivindican la identidad puede tomar formas en realidad incompatibles entre sí. Puede abarcar todo el ámbito de una lengua, o de un dialec