Querido Félix, ¿Recuerdas tus días de adolescente despreocupado, cuando tus preocupaciones se limitaban a qué música escuchar y a qué películas ver en el cine? Bueno, olvídate de eso. Déjame llevarte a un mundo donde las preocupaciones son mucho más… interesantes. Estoy hablando de mi vida en la preparatoria, ese lugar de ensueño que se parece más a un campo de concentración para chicas, donde las monjas son las celadoras y las alumnas, un conjunto de criaturas salidas del averno y bien estereotipadas, que facilmente podrían ser personajes secundarios de una mala serie gringa. Imagínate el horror, querido Félix, y te sugiero poner de tu cosecha a lo que te contaré. Entrar a esa escuela fue como dar un paso en una película de terror. Al cruzar la puerta, las monjas me miraban como si fuera satanás. Era como si mis jeans rasgados y mis Converse fueran una declaración de guerra. Las monjas, me lanzaban miradas que podrían derretir hielo. No hay nada más aterrador que una monja con un...