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Mostrando las entradas de diciembre 8, 2024

El peligroso “lujo” de los conciertos

Por Katia Briseño. Los primeros conciertos en México empezaron como fiestas pequeñas y sí, lugares a los que muchas personas podían acceder y uno de los motivos por los que la gente asistía era para conocer música. En una época en la que los cassettes, vinilos y spotify estaban lejos de nuestro alcance la música se conocía de boca en boca o a través de la escucha. El mundo de los conciertos ha cambiado y a la par se ha convertido en un lujo y placer extraño que cuesta trabajo reconocer. La música dejó de ser el principal motivo por el que la gente participa en estos eventos y comenzaron a gestarse nuevos escenarios para alimentar la ansiedad y necesidad de los asistentes. En un mundo en el que Spotify es lo único que se escucha, la música cada día se produce en masa y en un año puede existir una agenda de más de 500 conciertos asistir se ha convertido en un peligroso placer para todos. Este placer que acaba con nuestras vidas, originalidad y espíritu. Imagina ahorrar dinero durante mes...

LA CRÓNICA DEL DÍA. Las series.

Querido Félix Te apuesto a que te has estado mordiendo las uñas pensando que hoy no recibirás una de mis famosas cartas cargadas de decepción, pesimismo y vida social inexistente. Pues te has equivocado, querido, porque aquí estoy, de nuevo, dispuesta a develar los misterios de mi vida solitaria y profundamente interesante. Y esta vez, el tema de la carta será: ¿por qué decidí dedicar mi vida a las series de televisión dramáticas? Ah, sí. Como si alguien pudiera encontrar un sentido en ello. Bueno, lo haré por ti, y por la curiosidad morbosa que siempre me demuestras. No te imagines que esto comenzó como un hobby inocente. No, Félix, lo mío fue un proceso, una transformación. Empecé con algo tan inocente como una serie sobre médicos, lo cual, por cierto, fue una decisión muy inteligente. ¿Qué puede ser mejor para desconectarme de la horrible realidad que mirar a un montón de gente atrapada en crisis emocionales y laborales? Porque, claro, en la vida real todos somos unos infelices que,...

CRÓNICAS PERRAS. El 12 de diciembre

Por El Perrochinelo ¡Ah, las mañanitas guadalupanas, banda! Aquí va una columna bien barrio, desde la perspectiva de un perrucho callejero, porque ya saben, uno anda en todo el mitote y hasta la Villa me rolé para echar pata y chismecito guadalupano. El 12 de diciembre es pura fiesta y devoción. Desde días antes, ya ves a la banda bien puesta con sus peregrinaciones, unos a pie, otros en bici o en camiones llenos de cuetes y pancartas, porque pues, ¿qué es un homenaje sin ruido? El ambiente huele a flores, veladoras y, claro, pambazos y tamales, porque también se rinde tributo con el estómago. Eso sí, los peregrinos son una banda ruda, algunos vienen desde bien lejos, arrastrando chancla con tal de llegar al Tepeyac y cantarle sus mañanitas a la Morenita del cerro. Ya en la Villa, el show es completo. No falta quien lleva su imagen enmarcada, porque la fe siempre cabe en una mochila o hasta en un triciclo. Pero, ¿qué les cuento del jale que me eché? Mientras la banda rezaba, yo veía el...

HISTORIAS DESDE EL ABISMO. Ray Bradbury

Por Terrornauta La literatura de Ray Bradbury es un terreno donde la maravilla y el terror coexisten, tejiendo una red de historias que exploran las complejidades del alma humana, el cosmos y los oscuros recovecos del miedo existencial. Aunque comúnmente se le asocia con la ciencia ficción, su obra está profundamente entrelazada con el género de terror, revelando una afinidad por los temas que exploran el miedo y la fragilidad de la condición humana. Bradbury nació en 1920 y creció en una época marcada por el cambio tecnológico y el pesimismo de las guerras mundiales. Este contexto lo impulsó a imaginar futuros inquietantes que siempre estuvieron impregnados por un subtexto emocional y psicológico. Su acercamiento al terror no depende de criaturas monstruosas ni sustos repentinos, sino de un análisis profundamente humano de la alienación, la pérdida y el inevitable paso del tiempo. Una de sus obras más emblemáticas que combina el terror y la ciencia ficción es El hombre ilustrado (195...

DESENFOQUES. Mis 5 favoritas

Por Andrea Méndez A veces, me pregunto qué es lo que hace que un personaje femenino se quede en tu memoria mucho después de que los créditos hayan terminado. Supongo que tiene que ver con la forma en que su historia toca algo profundo, algo universal pero al mismo tiempo tan íntimo que sientes que estás viendo un reflejo de ti misma, aunque sea distorsionado. El género dramático tiene un talento especial para regalarnos personajes femeninos que, a través de sus silencios, sus gestos y sus miradas, nos dicen más de lo que cualquier diálogo podría expresar. Aquí te comparto cinco personajes que me han marcado profundamente, tanto por su carga emocional como por la manera en que están construidos visualmente. 1. Charlotte (Scarlett Johansson) en Lost in Translation (2003) Charlotte es, para mí, el rostro de la soledad en medio del ruido. En esta película de Sofia Coppola, la cámara parece enamorada de sus momentos más introspectivos: esa escena donde mira Tokio desde la ventana de su hot...

RUMORES. La última luz del ejido

Por Terrornauta En un rincón olvidado de México, donde las luces eléctricas apenas rozan los caminos de terracería, los días se deshilaban entre susurros. El ejido de San Lorenzo había perdido su vitalidad; sus campos parecían cansados, sus animales morían sin explicación. Nadie se atrevía a hablar de ello abiertamente, pero todas las miradas convergían en una casa al borde del monte. Era la de Doña Eulalia, una anciana con la mirada opaca y los labios agrietados que apenas salía al pueblo. Lorena, de 18 años, había vuelto al ejido tras la muerte repentina de su madre. Había dejado su vida en la ciudad para hacerse cargo de su hermana menor, Sofía, una niña de seis años con ojos grandes y una sonrisa que parecía iluminar las sombras del rancho. Desde el principio, Lorena sintió algo extraño en el aire; un frío seco que se colaba por las rendijas, un silencio nocturno que solo era roto por un lloriqueo animal a lo lejos. —No dejes que la niña salga después de la puesta del sol —le advir...

HISTORIAS PERDIDAS. La máquina mágica

Por El Perrochinelo En las calles de está monstruosa ciudad, entre los puestos de garnachas y los mecánicos que siempre tienen un “mañana te queda”, vivía Rafa, un chamaco de 7 años, flaco como el hambre y con unos ojos bien vivos que se comían el mundo a mordidas. Rafa era el tipo de niño que no se aburría nunca. Si no estaba correteando balones desinflados, estaba en la azotea tratando de pescar palomas con una cuerda y un pan duro. Un día, mientras su mamá limpiaba la casa, Rafa decidió meterse al cuarto de los tiliches, ese lugar donde se guardaban cosas viejas que nadie usaba, pero que tampoco tiraban porque “nunca sabes cuándo van a servir”. Entre cajas de ropa apolillada y fotos en blanco y negro, algo llamó su atención: un aparato grande, negro y pesado, con teclas que parecían botones de una consola rara. —¿Qué es esto? —se preguntó Rafa mientras pasaba los dedos por las teclas. No emitía luces, ni pitidos, ni nada. Era una decepción total para un niño acostumbrado a los celul...

UN DÍA CUALQUIERA. Los gatos

Por Rebeca Jiménez Cada día de Erika comenzaba igual, con la alarma rompiendo el silencio oscuro del amanecer. A sus 25 años, había aprendido a vivir con un cansancio que ya no era físico, sino una especie de vacío que habitaba entre las horas. Su departamento, un pequeño espacio rentado en una colonia sin nombre, era más una estación de paso que un hogar. Apenas pasaba tiempo allí: salía cuando el sol apenas se insinuaba en el horizonte y volvía tarde, cuando la noche ya había tomado posesión del cielo. Su trabajo en una oficina gubernamental era monótono, una rutina gris que apenas justificaba los años de estudio. Las horas se deslizaban entre archivos interminables y fórmulas repetitivas, pero Erika aceptaba su lugar con la resignación de quien no sabe qué más esperar de la vida. Lo único que rompía esa monotonía era el ritual nocturno. Siempre, antes de llegar a su departamento, se detenía frente a un portón oxidado que daba entrada a un local de reciclaje. El sitio, abandonado dur...

FÁBULAS INSULSAS. La fábula del líder sindical y el Tao malentendido

Por TPS Había una vez un líder sindical llamado Rigoberto, aunque todos le decían "Don Rigo" por respeto, o más bien, por miedo. Desde hacía tres décadas, Don Rigo era el amo y señor de su gremio. Había logrado perpetuarse en el cargo con un discurso incendiario sobre "la lucha obrera" que desaparecía mágicamente cuando se sentaba a negociar contratos colectivos en restaurantes de lujo. Los agremiados sabían que de cada peso que él decía invertir en sus derechos, cincuenta centavos iban a su bolsa, otros veinte al partido político que lo apadrinaba, y el resto a construir su modesta colección de relojes suizos. Pero a Don Rigo no le preocupaban las críticas; "es parte del juego", decía mientras brindaba con coñac importado. Un día, mientras revisaba su oficina, encontró un libro olvidado entre los regalos de cumpleaños que le hacían llegar sus aduladores. Era el Tao Te King de Lao-Tsé. Al principio pensó que era un libro sobre erotismo oriental, pero tras...

EL TEXTO INVITADO

Por OA Las cadenas que elegimos Forjamos nuestras propias rejas con hilos de miedo y acero de costumbre, las manos temblorosas, pero firmes al cerrar el candado. Nos decimos que es más seguro aquí, donde el dolor es predecible y la libertad solo una amenaza distante. Cada decisión no tomada es un ladrillo en este muro invisible, cada palabra no dicha, un eco que se apaga antes de nacer. Nos encerramos en el que dirán, en el susurro ajeno que pesa más que nuestros propios gritos. El infierno no es un abismo lejano; es esta silla donde siempre nos sentamos, este suelo gastado por los pasos que nunca se atrevieron a cruzar el umbral. Miramos la puerta abierta, pero el aire del cambio quema, y preferimos la seguridad tibia de una vida a medias, de sueños que languidecen en la penumbra. Así pasan los días, consumidos como una vela olvidada, hasta que el silencio nos devora y la última chispa de deseo se extingue. Nos volvemos guardianes de nuestra cárcel, monarcas de un reino sin horizonte,...