Jorge Castañeda vuelve a dejarnos asombrados. Esta vez llama “vieja política exterior mexicana del avestruz” a esa tradición ejemplar del México pre-panista que él personalmente se encargó de estrangular. Es sabido que, desde los tiempos de Hitler y Mussolini hasta los de Bush y Fox, México, independientemente de sus vicisitudes internas, fue siempre admirable en su política exterior, defendiendo constantemente, a veces contra el mundo entero o casi, la legalidad, la justicia y la razón. Gracias a Castañeda, todo eso se acabó. En los tiempos de la Sociedad de las Naciones, según don Jorge, México se obstinaba en esconder la cabeza en el humanismo, la moral, el respeto y otras de esas estupideces idealistas, sin querer abrir los ojos, como el bendito Chamberlain, a la deslumbrante luz del nazifascismo y de su émulo Franco. Ahora Castañeda se los ha abierto a la no menos resplandeciente de George Bush (junior). En Latinoamérica, nos revela, hay dos bloques: el primero, democrático y que