Por Félix Ayurnamat
Hace unos días en una clase me pregunto una alumna lo siguiente: ¿Puede algo generado con ayuda de una máquina, una inteligencia artificial (IA) seguir siendo arte, si detrás hay intención, mirada, criterio humano? Para mí, la respuesta es sí; la IA, como la cámara o el pincel, puede ser una herramienta. Pero depende del uso que le demos.
Cuando nació la fotografía, muchos artistas la descartaron como mecánica, carente de “alma”. Con el tiempo, la fotografía se convirtió en un medio legítimo, reconocida por su capacidad de registrar, transformar, comunicar. Hoy la vemos como arte. Esa historia me sirve de ejemplo: la tecnología sola no decide, lo decide quien la usa.
La investigación sobre arte generativo con IA sugiere justamente eso: la IA puede servir como recurso para expandir los horizontes creativos, como un complemento que amplía posibilidades.
En esos casos, el papel del creador sigue siendo central: define la idea, la composición, la intención, decide qué va a comunicar. Si yo elijo usar un software, cambiar parámetros, pensar la imagen, revisar los resultados, decidir ajustes o reinterpretaciones… sigo ejerciendo mi rol de creador.
Decir que “la IA hace todo” sería ignorar que, así como en la pintura, la fotografía o el grabado, lo central es la mirada del creador, su sensibilidad, su experiencia, su contexto. Yo considero que este trabajo cocreativo humano + herramienta no debe descartarse como arte, siempre que exista una intervención consciente, una apuesta estética, un diálogo con la tradición o con la intención.
Pero también se y acepto que existen críticas legítimas: cuando la IA se usa como generador masivo, sin conocimiento ni conciencia estética, la obra suele volverse plano, repetitiva, carente de profundidad. Hay quienes señalan que ese “arte de producción en serie” (lo que algunos llaman “mass AI-art”) genera imágenes que pueden gustar, pero difícilmente invitan a un diálogo estético enriquecedor.
Entonces, para mí: la IA no destruye el arte; puede enriquecerlo, abrir nuevos caminos, potenciar voces que antes no llegaban a los medios tradicionales. Pero eso solo sucede si la usamos con conciencia, con conocimiento de composición, técnica, historia del arte, sensibilidad. Como quien toma un pincel y decide qué trazo hacer para expresar algo más allá de la forma.
En ese sentido, y aquí está lo que me pasa, creo que los creadores deben asumir con responsabilidad ese acto de creación híbrida: decidir cuándo la IA es un aliado, cuándo es un atajo, cuándo puede empobrecer el sentido de la obra. Desde esa posición, el arte generado con IA puede seguir siendo un acto humano, con sus virtudes, dudas y contradicciones, no una máquina que produce por sí sola.
Y tú, ¿qué opinas, como lector o creador?: si te dieran una herramienta basada en IA, ¿la usarías como un medio para potenciar tu voz, o temerías perder lo humano de tu mirada? ¿Crees que la sensibilidad del artista puede sobrevivir al algoritmo, o se diluye en la máquina?
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