Sacrificio
Entierro el deseo en la rutina,
como un cuchillo oxidado en la carne,
sin filo, sin corte,
pero suficiente para dejarme sangrar.
Tú y yo,
somos fantasmas que viven por costumbre,
el eco de algo que alguna vez ardió,
ahora solo ceniza que se pega en los labios
y huele a desesperanza.
El amor se ha vuelto una sombra larga,
una cadena que arrastra, pero no libera,
y el deseo,
ese fuego que alguna vez prometió más,
ahora es humo en la boca,
disfrazado de palabras huecas.
Seguimos aquí,
en este teatro vacío de promesas rotas,
sacrificando lo que fuimos
por miedo a ser nada.
Y así,
apagamos el último sueño
con la paciencia de quien ha olvidado
cómo se siente el ardor en la piel.
OA
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