Por El Perrochinelo
¡Qué onda, bandita! Aquí su compa, el Perrochinelo. Hoy vengo a hablarles de un tema más pesado que la cruda de un domingo: la violencia del narco y la tragedia de los desaparecidos. Sí, banda, hoy no vamos a hablar de la tragazón ni de fiestones, sino de una realidad que está más gacha que un día sin tortillas.
Primero, déjenme decirles que andar en las calles de esta ciudad no es cualquier cosa. Yo, que me las recorro todas a diario, veo de todo: desde el vato que se persigna antes de cruzar Eje Central, hasta la doña que vende tamales y se echa sus chismes con los de la cuadra. Pero también, banda, veo la tristeza en la cara de muchos, y eso sí está de la tiznada.
El otro día me encontré con un compa, el Lalo, que me contó cómo su primo desapareció hace meses. Lo último que supieron es que lo vieron con unos vatos medio sospechosos. Desde entonces, su familia no ha parado de buscarlo, pero nada. Y así hay miles de historias, banda, familias completas sufriendo porque sus seres queridos se los llevó la fregada.
Y es que la neta bros, esto del narco está más feo que un pambazo mal preparado. Los carteles no solo andan vendiendo su "mercancía", sino que también se la viven ajustando cuentas, asegurando la plaza y el que se atraviesa, pues ni modo, cae en la balacera. A veces, ni la debes ni la temes, pero te toca vivir en un lugar donde los narcos se agarran a balazos como si fuera competencia de puntería. Y los pobres inocentes, pues salen bailando, bien triste.
Pero lo peor banda, es que a muchos durante estos 18 años los han desaparecido y jamás se volvió a saber de ellos. Sus familias se quedaron con el alma en un hilo, buscando en fosas clandestinas, en hospitales, en todos lados, y nada. Es una chinga que no se le desea ni al peor enemigo. Y mientras tanto, el espurio CaldeRON que inicio esto, se hacen de la vista gorda y culpan a las actuales autoridades, y todos como si no pasara nada.
Y lo más triste es que muchas veces, la banda también se queda con los brazos cruzados, nomás viendo el desmadre sin saber qué hacer. La neta, raza, ya es hora de que dejemos de ser espectadores de nuestra propia tragedia. No se vale quedarse de brazos cruzados mientras nuestros compas y nuestras morras sufren por culpa de estos gandallas.
Ahora, no me malinterpreten, no estoy aquí para darles sermones ni para decirles qué hacer. Pero la neta, hay que ponernos las pilas y dejar de hacerle al loco. No podemos seguir viviendo con miedo en nuestra propio país. Si los narcos creen que pueden hacer lo que quieran, es porque la banda buena, la de a pie, no ha levantado suficiente la voz.
Pero, ¿cómo llegamos a este desmadre, raza? Pues resulta que los carteles empezaron a crecer más rápido que los frijoles en olla exprés. El neoliberalismo, La pobreza que provoco, la falta de oportunidades y una educación más chafa que un DVD pirata que graba el Chuy, fueron el caldo de cultivo perfecto pa’ que estos vatos se sientan reyes del barrio. Y ahí es donde la banda joven, que no ve más allá de la esquina, se mete al negocio pensando que va a vivir de lujo. Puro cuento, compas.
A los que están metidos en este rollo, la neta les digo: ¡aguas! La vida del narco no es pa’ siempre y, tarde o temprano, la cuenta llega. Y no, no es como el Coppel que puedes pagar a plazos. Aquí se paga al chaz chaz con sangre y lágrimas. Mejor pónganse las pilas y busquen otra chamba, que de perro callejero se puede vivir y hasta gozar. No todo es feria fácil, raza.
Así que, carnalitos, ya es hora de que dejemos de normalizar esta violencia. No es normal que vivamos con miedo, no es normal que tengamos desaparecidos por todos lados. No es normal que haya balaceras en plena calle. Hay que obligar a las autoridades que se pongan las pilas y haga su chamba, que para eso los elegimos y les pagamos.
Y a ustedes, las autoridades, ¡qué pedo! Ya es hora de que se pongan a chambear en serio. Dejen de simular y pónganse a trabajar pa’ que la banda se sienta segura en su propio barrio. Necesitamos más oportunidades, mejor educación y, sobre todo, justicia. La neta, no se vale que mientras unos se parten el lomo pa’ salir adelante, otros se llenan las manos de sangre y billete fácil.
Y mientras eso pasa, cuídense, banda. No se metan en broncas que no les tocan, no anden de héroes queriendo arreglar todo por su cuenta. La neta es que nuestra ciudad tiene mucha vida, mucha alegría, y no podemos dejar que el miedo nos la quite.
Y a esos que andan en el negocio, un mensaje del perro callejero: bájenle de huevos. La vida es para vivirla, no para andar jugando al matón. Tarde o temprano, el karma les va a cobrar la factura, y no va a ser barata.
En fin, banda, México es nuestro, y tenemos que cuidarlo. No dejen que el miedo los controle, pero tampoco se hagan los valientes sin necesidad. Sigamos cotorreando, echando desmadre, disfrutando de los tacos y la pachanga, pero siempre con la conciencia de que juntos, podemos hacer que las cosas cambien. ¡Nos vemos en las calles, carnalitos!
Comentarios