Por Perrochinelo
¡Qué tranza, banda! Ya llego su perro callejero de confianza, . Hoy les vengo a cotorrear sobre un tema que nos moja a todos, literalmente: la temporada de lluvias en la CDMX. Porque ya saben, en esta ciudad o te cocinas como en tamalera o te ahogas en el diluvio, no hay de otra.
La neta, las lluvias son todo un show en esta jungla de concreto. A veces caen con tanta furia que parece que el cielo se está desahogando de tanto que se aguantó durante la sequía. Y ahí nos tienes, a todos corriendo como cucarachas cuando prenden la luz, buscando refugio pa' no acabar más mojados que una torta ahogada.
Pero, ¿saben qué, raza? Las lluvias también son una bendición disfrazada. ¡Sí, aunque no lo crean! Es el momento ideal pa' ponerse trucha y recolectar el agua de lluvia. Porque, seamos honestos, con el agua nunca se sabe. Hoy hay, mañana quién sabe. Y es que, no sé si lo han notado, pero cada año estamos más secos que nopal en el desierto.
Y hablando de sequías, ¿qué onda con esos que tiran basura en la calle? ¡No manchen, raza! No se vale. Luego se quejan de que se inunda todo, pero bien que se les hace fácil aventar la envoltura del gansito o la botella de refresco a la banqueta. ¡No sean gachos! Las coladeras se tapan y luego ahí estamos todos, nadando estilo perrito pa' cruzar la calle.
Si tan solo la banda se pusiera las pilas y dejara de tirar basura, las cosas serían bien distintas. Las coladeras funcionarían como deben y no estaríamos cada año con la misma historia de las inundaciones. Así que, ya saben, la próxima vez que vean a alguien tirando basura, échenle un ladrido pa' que se ponga trucha.
Pero bueno, volviendo al agua de lluvia, la neta es que no necesitamos ser científicos pa' entender que el agua que cae del cielo es un recurso invaluable. Imagínense, banda, toda esa agua que nomás se va por el drenaje podría servir pa' muchas cosas. Desde regar las plantas, lavar el carro (si es que tienen uno, porque yo, como buen perro callejero, nomás ando en cuatro patas) o incluso pa' limpiar la casa.
Y no crean que es tan complicado recolectar el agua de lluvia. Con unos cuantos tambos, unas mangueras y un poco de ingenio, pueden armar su propio sistema de captación. No se necesita ser MacGyver pa' hacerlo. Además, el planeta y su bolsillo se los van a agradecer. Porque sí, banda, el agua también cuesta y a nadie le cae mal ahorrar unos cuantos pesitos.
Hablando del futuro, la neta es que si no hacemos algo al respecto, las nuevas generaciones van a estar más fritas que quesadilla en comal. No podemos seguir viviendo como si el agua fuera eterna. Hay que aprender a cuidarla y a valorar cada gota. Porque, si no, vamos a acabar peleándonos por un vaso de agua como si fuera el último tamal el 2 de febrero.
Así que, raza, ya se la saben. En esta temporada de lluvias, pongámonos truchas y recolectemos el agua. No tiremos basura y cuidemos nuestras coladeras. Porque la ciudad es nuestra casa y no se vale dejarla hecha un muladar. Si todos ponemos de nuestra parte, podemos hacer la diferencia. Y no es por ser cursi, pero el futuro depende de lo que hagamos hoy.
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