Nosotros, los cuatrocientos cansados del arte posmoderno, los aletargados de las manifestaciones estéticas actuales, los olvidados por los museos y las galerías nos organizamos hoy en un levantamiento de armas artísticas. Regresarán con nuestra expresión a ser atómicas las plumas e incendiarios los pinceles, pues la naturaleza de nuestro arte así lo dicta.
Hastiados del arte actual, que no muestra más que una decadencia absoluta, gritamos a los cuatro vientos y sentenciamos que:
La cháchara es la mayor expresión estética posible, pues comparte todos los aspectos del arte contemporáneo y de la vida que experimentamos: colorida y oscura; llena de acongojantes certezas e incertidumbres alegres; desechable, pero sobre todo, negociable. Afirmamos esto en el sentido más oscuro de la palabra, pues así como la cháchara, nuestra vida y el arte son igualmente comerciables. Esto es consecuencia del ideal capitalista al que denunciamos rotundamente porque justifica la existencia de todas las cosas por medio de la transacción.
Si los “grandes” artistas actuales piensan que cualquier objeto expuesto en un museo es una obra de arte, nosotros consideramos que la cháchara es el arte definitivo, pues cualquier cosa que se encuentre en un tianguis, sin importar si es una herramienta, un juguete o una prenda usada, puede ser una cháchara. Concluimos así, que las mayores expresiones artísticas no se encuentran en las galerías o museos, sino en el pueblo o en el barrio.
Nuestra vida, como todo tianguis, está rodeada de movimiento, caos, choques, ruido y sensaciones que a largo plazo aturden los sentidos e impiden apreciar la belleza del mundo que habitamos. Mientras que otras personas se mantienen refugiadas en una realidad que no conciben como privilegio. Es por esto, que nuestro arte busca denunciar toda desigualdad e incomodar a quienes no saben que viven en una fortaleza que los separa del resto de nosotros.
Llamamos a nuestros contemporáneos a crear chacharismos. Este arte será de fácil acceso para todas las personas y existirá en los espacios públicos. La pintura, la poesía, la música, el cine, el teatro, y todo tipo de arte pasará así a ser observado por la gente que no visita museos o galerías, la que todos los días circula por nuestras calles con la esperanza de que su vida algún día mejorará.
Héctor López Evangelista | . |
Estudiante por gusto y trabajador por obligación. Egresado de la licenciatura en lengua y literaturas hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y actual estudiante del Instituto Rosario Castellanos en la modalidad a distancia. Mis intereses son la literatura mexicana del siglo XIX, especialmente los cuentos de Manuel Gutiérrez Nájera.
México, 15 de octubre de 2022
Comentarios