Volviendo a los enigmas del poder y la democracia: A veces parecería que la historia avanza (quiero decir se mueve) en dos planos distintos. (Seguramente se mueve en mucho planos, pero esos dos serían los más densos o poderosos.) Un plano donde la humanidad ha estado siempre acercándose, de manera extremadamente lenta y trabajosa, pero constante, a su propia humanización y a una coherencia de la sociedad. Y otro plano, mucho más movido y eficaz, donde una parte de esa misma humanidad se dedica denodadamente a desbaratar esos logros y estorbar esas tentativas.
En cualquier punto de la historia donde hagamos un corte, encontramos siempre un conjunto de esas "conquistas", acumulativo además, que ha alcanzado ya el consenso general de la sociedad. Digamos por ejemplo que a mediados del siglo xix nadie niega ya, ni siquiera los monárquicos o los imperialistas, que la soberanía viene del "pueblo", que la justicia tiene que ser igual para todos y que por consiguiente la igualdad es el ideal de toda sociedad humana. Estas conquistas consolidadas marcan una dirección en la historia, sin duda muy difícil de describir en detalle, pero cuyos rasgos más generales son visibles para casi todos; y el consenso sobre las "conquistas" ya irreversibles parecería indicar que la sociedad reconoce cuál es la dirección deseable de la historia. Y sin embargo, en todo momento histórico hay grandes fuerzas que se movilizan muy eficazmente para que la humanidad no siga ese derrotero. Sería interesantísimo tratar de entender cómo funcionan las mentes de esos aguafiestas.
Por ejemplo, para atenernos a nuestros días, entender lo que señalaba hace poco Oberón: que los viejos de las democracias europeas voten por la derecha. Es claro que lo viejos son un sector de la sociedad extremadamente vulnerable, dependiente e impotente, y que el bienestar de que gozan ahora en esas sociedades, y hasta la existencia misma de la mayor parte de sus miembros, lo deben a las "conquistas" de la izquierda durante un siglo o más. Aparte de lo feo de esa ingratitud, esa actitud parece de una increíble estupidez. Un anciano francés debería saber que si Francia fuera como sueña Sarkozy, él estaría muy probablemente pudriéndose en la tumba desde hace mucho.
En cualquier punto de la historia donde hagamos un corte, encontramos siempre un conjunto de esas "conquistas", acumulativo además, que ha alcanzado ya el consenso general de la sociedad. Digamos por ejemplo que a mediados del siglo xix nadie niega ya, ni siquiera los monárquicos o los imperialistas, que la soberanía viene del "pueblo", que la justicia tiene que ser igual para todos y que por consiguiente la igualdad es el ideal de toda sociedad humana. Estas conquistas consolidadas marcan una dirección en la historia, sin duda muy difícil de describir en detalle, pero cuyos rasgos más generales son visibles para casi todos; y el consenso sobre las "conquistas" ya irreversibles parecería indicar que la sociedad reconoce cuál es la dirección deseable de la historia. Y sin embargo, en todo momento histórico hay grandes fuerzas que se movilizan muy eficazmente para que la humanidad no siga ese derrotero. Sería interesantísimo tratar de entender cómo funcionan las mentes de esos aguafiestas.
Por ejemplo, para atenernos a nuestros días, entender lo que señalaba hace poco Oberón: que los viejos de las democracias europeas voten por la derecha. Es claro que lo viejos son un sector de la sociedad extremadamente vulnerable, dependiente e impotente, y que el bienestar de que gozan ahora en esas sociedades, y hasta la existencia misma de la mayor parte de sus miembros, lo deben a las "conquistas" de la izquierda durante un siglo o más. Aparte de lo feo de esa ingratitud, esa actitud parece de una increíble estupidez. Un anciano francés debería saber que si Francia fuera como sueña Sarkozy, él estaría muy probablemente pudriéndose en la tumba desde hace mucho.
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