Para ser auténtico sujeto del Derecho, el individuo tiene que asumir su responsabilidad, que es asumirse a sí mismo. Por eso el Estado de derecho en el pleno sentido de esa expresión tiene que ser necesariamente laico. El Estado de derecho es la sociedad de los hombres libres. Esto puede llamarse una comunidad, pero entendiendo con ello, paradójicamente, una comunidad libre. Lo que se entiende generalmente por comunidad, ésa que da su identidad al individuo, no es una comunidad libre, es a modo de comunidad religiosa, se funda en algo que trasciende al individuo y anula la responsabilidad.
Llamemos, por comodidad, comunidad libre a la una y comunidad dada o comunidad de hecho a la otra.
Sólo podemos pertenecer a una comunidad libre deponiendo nuestra identidad en la comunidad de hecho. Que no es lo mismo que derribarla o destruirla. Deponer las armas no es tirarlas al arroyo, es no blandirlas. Lo que forma conflicto es justamente blandir la identidad en el terreno del Derecho. O sea hacer lo mismo que Creonte, pero al revés. También Creonte pone la ley de los vivos y la ley de los muertos en el mismo terreno. La tiranía es ahogar la libertad en una comunidad libre; en una comunidad de hecho, eso no sería tiranía, sería caudillaje. Entendámonos: el Caudillo es también tirano porque ejerce también su poder sobre aquel aspecto de la sociedad que es comunidad libre; pero para la comunidad cuya identidad encarna, no es un tirano, es un líder. No tiene sentido decirle a un verdadero nazi que Hitler es un tirano.
Ante la comunidad de hecho, Hitler y Creonte representan los polos opuestos; Hitler la encarna, Creonte la ahoga. Se ve que es tan mortífero encarnarla como ahogarla.
Pero en nuestro confuso mundo actual, nadie niega abiertamente que es tiránico ahogar las identidades de hecho, pero tampoco acepta nadie abiertamente que es igualmente tiránico encarnarlas.
Llamemos, por comodidad, comunidad libre a la una y comunidad dada o comunidad de hecho a la otra.
Sólo podemos pertenecer a una comunidad libre deponiendo nuestra identidad en la comunidad de hecho. Que no es lo mismo que derribarla o destruirla. Deponer las armas no es tirarlas al arroyo, es no blandirlas. Lo que forma conflicto es justamente blandir la identidad en el terreno del Derecho. O sea hacer lo mismo que Creonte, pero al revés. También Creonte pone la ley de los vivos y la ley de los muertos en el mismo terreno. La tiranía es ahogar la libertad en una comunidad libre; en una comunidad de hecho, eso no sería tiranía, sería caudillaje. Entendámonos: el Caudillo es también tirano porque ejerce también su poder sobre aquel aspecto de la sociedad que es comunidad libre; pero para la comunidad cuya identidad encarna, no es un tirano, es un líder. No tiene sentido decirle a un verdadero nazi que Hitler es un tirano.
Ante la comunidad de hecho, Hitler y Creonte representan los polos opuestos; Hitler la encarna, Creonte la ahoga. Se ve que es tan mortífero encarnarla como ahogarla.
Pero en nuestro confuso mundo actual, nadie niega abiertamente que es tiránico ahogar las identidades de hecho, pero tampoco acepta nadie abiertamente que es igualmente tiránico encarnarlas.
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