Cada vez se ven más datos en la prensa, la radio y la televisión que muestran que eso que llaman neoliberalismo es un sistema hidráulico de gran eficacia que permite bombear la riqueza desde abajo hacia arriba, o sea desde los asalariados a las empresas. Por ejemplo: eso que llaman contratos-basura está creciendo a un ritmo vertiginoso. Eso significa que de la riqueza de un país que toca a los asalariados: sueldos, salud, prestaciones, jubilación, etc., una parte cada vez mayor pasa a tocarles a los empresarios. Otro ejemplito es la famosa burbuja norteamericana de las hipotecas insolventes (ver el artículo de Naomi Klein en La Jornada del 17 de marzo). La idea de Bush (y antes que él de Reagan y cerca de él de Margaret Thartcher) era que todo el mundo iba a ser propietario. Idea puramente demagógica, hecha para aburguesar a las clases modestas y llevarlas a votar por la derecha. Y en efecto, votaron. Y después resultó que sólo fueron propietarios de mentiritas, porque esas casas que habían comprado con dineros ilusorios se las quitaron. Y claro que hay empresas que quiebran, pero los hipotecados que no pueden pagar se quedan en la calle, mientras que los empresarios de las empresas quebradas tienen bonificaciones de retiro que ya han empezado a escandalizar en todo el mundo. Por ejemplo, a míster Coffman, de la empresa Lockheed Martin, le regalaron 31 millones y medio de dólares. Entre otras cosas. Porque además donaron a su alma mater, la Universidad de Iowa, un millón y medio de dólares y encima se hicieron cargo de algunas de las cuentas del nuevo jubilado.
Otro empresario, francés éste, Gauthier-Savagnac, se retira del negocio metalúrgico acusado de malversación de fondos por 15 millones de euros. Eso no impide que reciba una prima de jubilación de un millón y medio de euros. Y eso que está en problemas por todas partes. La organización patronal francesa ha querido regañarlo y no se ha dejado; se sospecha que parte del dinero malgastado por este caballero fue para sobornar a los sindicatos.
Los sindicatos replican haciendo públicas sus cuentas y pidiendo a los patrones que haga públicas las suyas. Ah, pero no es lo mismo, ¿dónde queda la libertad si los patrones tienen que enseñar de dónde viene su dinero. Lindisimo, ¿verdad? Es lo que los sociólogos llaman las clases dirigentes.
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