[carta dirigida en septiembre de 2006 a El País de Madrid, y que el periódico no publicó]
Señor director: Espero algún día escribir un extenso comentario, aunque sólo sea para mi cuaderno personal, sobre la vergonzosa información que la prensa española ha estado difundiendo en torno a las elecciones mexicanas. Esta vez me limitaré al detalle del día, no más grave que las otras inexactitudes que han publicado ustedes día a día. En la información de hoy 3 de septiembre, aparte de la evidente animadversión del tono, no mencionan ustedes el punto esencial del acontecimiento, o sea que el Presidente había ordenado el estado de sitio en un sector de la ciudad equivalente al área de la ciudad de Bagdad, sin pedir la aprobación de la Cámara, como exige la Constitución. Ese fue el motivo por el que los legisladores perredistas se negaron a proseguir la ceremonia mientras no se suprimiera esa situación ilegal, y ustedes omiten también cuidadosamente mencionar que hasta la prensa más conservadora consideró esa hazaña histórica como ejemplarmente pacífica, inteligente y legal.
Para apoyar sus opiniones resulta casi jocoso, visto desde México, el cuidado con que escogen ustedes a los intelectuales a los que citarán. La comunidad científica universitaria, por ejemplo, se reunió hace poco para redactar una declaración y encontró que entre sus miles de miembros sólo tres negaban que hubo fraude electoral. Tal cosa, por supuesto, nunca se mencionó en la prensa española, como tampoco se menciona a los intelectuales más destacados del país, ni a agrupaciones internacionales como la CEPR (www.cepr.net), que declara: "No podemos asegurar que hubo un fraude, pero es muy difícil pensar en otra explicación."
Supongo que es ridículo pensar que ustedes me invitaran a dar mi opinión en alguna de sus páginas editoriales, pero si se diera ese azar, me esforzaría por exponer algunas cosas.
Señor director: Espero algún día escribir un extenso comentario, aunque sólo sea para mi cuaderno personal, sobre la vergonzosa información que la prensa española ha estado difundiendo en torno a las elecciones mexicanas. Esta vez me limitaré al detalle del día, no más grave que las otras inexactitudes que han publicado ustedes día a día. En la información de hoy 3 de septiembre, aparte de la evidente animadversión del tono, no mencionan ustedes el punto esencial del acontecimiento, o sea que el Presidente había ordenado el estado de sitio en un sector de la ciudad equivalente al área de la ciudad de Bagdad, sin pedir la aprobación de la Cámara, como exige la Constitución. Ese fue el motivo por el que los legisladores perredistas se negaron a proseguir la ceremonia mientras no se suprimiera esa situación ilegal, y ustedes omiten también cuidadosamente mencionar que hasta la prensa más conservadora consideró esa hazaña histórica como ejemplarmente pacífica, inteligente y legal.
Para apoyar sus opiniones resulta casi jocoso, visto desde México, el cuidado con que escogen ustedes a los intelectuales a los que citarán. La comunidad científica universitaria, por ejemplo, se reunió hace poco para redactar una declaración y encontró que entre sus miles de miembros sólo tres negaban que hubo fraude electoral. Tal cosa, por supuesto, nunca se mencionó en la prensa española, como tampoco se menciona a los intelectuales más destacados del país, ni a agrupaciones internacionales como la CEPR (www.cepr.net), que declara: "No podemos asegurar que hubo un fraude, pero es muy difícil pensar en otra explicación."
Supongo que es ridículo pensar que ustedes me invitaran a dar mi opinión en alguna de sus páginas editoriales, pero si se diera ese azar, me esforzaría por exponer algunas cosas.
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