Por Félix Ayurnamat
Cuando Ernesto entró a la casa, se sacudió el sombrero como si todavía quedara sol en él.
La mujer no se volvió a mirarlo. Revolvía la sopa en la cazuela, con la cuchara de palo dando vueltas sin apuro. El vapor se alzaba lento, sin fuerza. Olía a algo que ya había sido cocido antes.
—Ya casi —dijo ella, como si hablara con el fuego.
Ernesto dejó el machete junto a la puerta y se sentó en la silla de siempre, esa que cojeaba de una pata pero que ya se sabía acomodar.
—Viene bajando el viento desde el cerro —dijo él.
Ella no respondió.
El hombre escupió hacia el suelo, sin rabia, como si escupiera una idea que se había echado a perder.
—Me encontré con el Toño —dijo después—. Dice que el Jacinto volvió.
—Jacinto se murió hace diez años —contestó ella, sin volverse.
—Pues eso dice el Toño.
La cuchara chocó contra la cazuela.
—También dijiste que yo hablaba sola, ¿te acuerdas?
Ernesto bajó la mirada. La madera de la silla tenía una raja nueva.
—Te vi parada en el solar, con la cara pálida, hablando bajito. Pero nadie.
—Era mi hermana. Me vino a visitar.
—La enterramos en el ochenta y ocho.
Ella dejó la cuchara sobre un trapo y sirvió dos platos. Uno humeaba, el otro no.
Se sentaron frente a frente. Ninguno alzó la mirada.
—¿Te acuerdas cuando la sopa sabía distinto? —dijo él.
—La leña era otra.
Ernesto bebió un sorbo. Se lo quedó en la boca como si quisiera saborear algo que no estaba ahí. Luego tragó sin ganas.
—Me dijiste que si te ibas, no volvías —dijo ella.
—No me fui.
Ella levantó la cara por primera vez. Sus ojos eran como la sopa: ni fríos ni calientes.
—¿Y entonces por qué no estás?
El viento metió un silbido por debajo de la puerta. La llama tembló. Durante un segundo, se oyó una voz en el patio. O dos. Como niños jugando a las escondidas.
Ninguno se levantó.
—¿Te acuerdas de la maceta con la bugambilia? —dijo ella—. Esa que pusimos en la ventana.
—Sí.
—Nunca floreció.
Ernesto la miró. El plato frente a ella estaba vacío.
—Ya es tarde —dijo él.
—No hay prisa.
Afuera, el sol se iba cayendo, como si también recordara algo que no alcanzaba a entender.
Comentarios