Por Félix Ayurnamat
Ver la segunda edición de la exposición Matriz Creativa es adentrarse en un umbral donde el acto de imprimir ya no es sólo reproducir imágenes, sino dejar constancia de un gesto, de un pulso que desafía el olvido. En el principio de la exposición se lee: “El grabado nace de una tensión elemental: la huella que se deja y el vacío que se retira”. Y justo en ese tira y afloja, entre lo que queda y lo que se ausenta, se construye todo el sentido del estar en el mundo para estas obras: cada línea cortada, cada trazo impreso, cada relieve sobre papel es una memoria del contacto, del roce entre materia, herramienta y tiempo.
Lo que me parece un acierto de Matriz Creativa es que combina lo tradicional con lo contemporáneo sin forzarlo. En las obras conviven técnicas que han sido compañeras de los artesanos por siglos (xilografía, linografía, metal, agua fuerte, huecograbado) con lenguajes que parecen nacer del ahora: lo digital, el algoritmo, la experimentación híbrida. Es agradable ver cómo los soportes antiguos no se sienten desfasados, sino todavía útiles, todavía vivos, todavía capaces de sostener algo esencial: la expresión humana.
Las obras de los artistas reunidos, desde México, Turquía, Chile, Argentina, Bolivia, etc. Ofrecen variaciones sorprendentes de escala, textura, intención. Hay piezas pequeñas que requieren que te acerques (como Pequeños placeres, pequeños infiernos de AB) donde cada centímetro te habla en susurros, y piezas mayores como el tríptico impresionante de Omar Sánchez, por ejemplo que te piden detenerte, permitir que tu vista se expanda y aprecie los detalles.
Esa alternancia entre lo íntimo y lo grandioso es parte de lo que hace que la exposición no se sienta monótona, sino vibrante.
Me impresiona también cómo las obras digitales o las que “hibridan” soporte físico con posibilidades tecnológicas no se quedan en el truco, sino que preguntan: ¿qué significa dejar huella hoy cuando lo digital puede borrar tan fácilmente? ¿Cómo sostener la textura, el relieve, el viaje táctil, en un mundo que privilegia lo efímero y lo visual sin cuerpo? Matriz Creativa no ofrece respuestas completas, pero sí abre esas preguntas, y eso ya es generoso.
Al terminar de ver la exhibición, me quedé pensando que estas obras funcionan como meditaciones visuales: reproducen gestos humanos, cortar, entintar, presionar, que son también gestos de paciencia, de espera, de insistencia. Hay algo de lo estoico en ese trabajo: repetir, corregir, insistir sobre el papel hasta que la huella sea indeleble. Y hay algo del fluir, del arte y del vivir, en la manera en que cada artista toma los materiales que tiene, los sentidos que ha cultivado, los medios de su época, y los deja hablar en un diálogo con el vacío y con el peso de lo que persiste.
Matriz Creativa busca mostrarnos que toda obra artística es al mismo tiempo cuerpo y espacio; memoria y posibilidad. Que el grabado y sus manifestaciones digitales o mixtas, no es una traición ni un crimen contra la disciplina, sino una herramienta para reconocer lo presente, para tocar lo que parece intangible. Que al final, quizás, importa menos que la obra cuelgue o se observe en una galería, sino cuánto residuo deja en quien la mira: qué imágenes despierta, qué silencios moviliza, qué ganas nuevas de ser parte de algo que permanece.
Pueden visitarla en: https://andromeda3.20.taexvi.org/sala-3/ del 10 de septiembre al 8 de octubre de 2025
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