Por TPS
En una universidad muy prestigiosa, había un hombre llamado Don Nepote. Nadie sabía bien cómo había llegado a ser coordinador de una licenciatura, pero todos sabían que no tenía ni las capacidades académicas ni el trato para el cargo. Sin embargo, Don Nepote tenía algo mucho más valioso que el conocimiento: tenía "conectes". Gracias a su habilidad para relacionarse con las personas adecuadas (y quizá también a su afición por bolear zapatos con su lengua), Don Nepote había logrado trepar hasta su posición actual.
Desde el primer día en su nuevo puesto, Don Nepote dejó claro que no tenía idea de lo que estaba haciendo. Las reuniones se convertían en monólogos sobre su vida personal, y las decisiones importantes siempre se posponían porque "no había prisa". Cuando algo salía mal, Don Nepote era un maestro en el arte de culpar a los demás: "Fue el profesor Pérez quien no siguió mis instrucciones", o "La secretaria no me avisó a tiempo". Su incompetencia no conocía límites, pero eso no parecía importarle a nadie, siempre y cuando se mantuviera en buenos términos con las personas correctas.
Los estudiantes, frustrados por la falta de organización y la evidente incapacidad de Don Nepote, se quejaban constantemente. Los profesores, resignados, simplemente se acostumbraron a la mediocridad e incompetencia que emanaba el sujeto. Pero Don Nepote, en su burbuja de autoengaño, estaba convencido de que estaba haciendo un trabajo excelente.
Con el tiempo, la situación en la licenciatura empeoró tanto que los superiores decidieron tomar cartas en el asunto. Pero en lugar de reconocer su error y remover a Don Nepote, decidieron ascenderlo. Después de todo, era más fácil ponerlo en un puesto donde causara menos daño... o eso creían.
Así fue como Don Nepote, el coordinador incompetente, se convirtió en el director de la universidad. Su nueva oficina era aún más grande, sus errores aún más graves, pero su habilidad para culpar a los demás seguía intacta. Y así, la universidad continuó su rumbo, dirigida por alguien que había llegado a la cima no por sus méritos, sino por sus conectes, su capacidad de encubrir a sus jefes y para eludir la responsabilidad.
Moraleja: En algunos lugares, la incompetencia es la escalera más rápida hacia el éxito. Así que si no sabes hacer nada bien, ¡asegúrate de conocer a las personas correctas!
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