
Ojéis (del latín ojeteus vilis): Se denomina así a un individuo que exhibe un conjunto de características deplorables que lo posicionan como un ser vil y rastrero en el espectro socioemocional. El sujeto ojéis se distingue por su capacidad innata para aprovecharse de los demás, demostrando una moral tan flexible que podría caber en el bolsillo más pequeño de su ropa.
Características:
- Bajeza extrema: Exhibe un comportamiento consistentemente ruin, destacando en traiciones y maquinaciones mezquinas.
- Inmoralidad congénita: La persona ojéis tiene un sistema de valores que opera en el vacío, similar al triángulo de las Bermudas, donde los principios éticos desaparecen sin dejar rastro.
- Evasión responsable: Maestro en eludir la responsabilidad, este individuo logra salir indemne de cualquier situación, dejando un rastro de caos que atribuye a otros con habilidad serpentina.
- Manipulación sibilina: Posee una destreza especial para manipular a quienes lo rodean, disfrazando sus acciones con una falsa amabilidad, que sólo dura lo que tarda en obtener lo que desea.
Diagnóstico diferencial:
Es fundamental no confundir al ojéis con el “cínico ordinario”, ya que aunque ambos comparten ciertos rasgos despreciables, el ojéis los lleva a un nivel de arte tan sofisticado que su vileza es casi admirable (si no fuera tan lamentable).
Tratamiento sugerido:
En la literatura psiquiátrica, se sugiere el alejamiento preventivo como la mejor estrategia. No existe tratamiento conocido para revertir el estado ojéis; cualquier intento terapéutico puede resultar en que el terapeuta termine sintiéndose culpable por los errores del paciente.
Pronóstico:
Crónicamente incurable. Las personas cercanas al ojéis deben estar en guardia constante y considerar la posibilidad de cambiar de dirección cuando lo vean acercarse.
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