Nirvana
Aprendiz de poeta, amigo. Casi cinéfilo, eventual melómano.
Visor (Venus no es rojo)
Que tristezas me deja tu último destello
Amarga alegoría del tiempo que llamamos “nuestro”
En esta dimensión, donde nos atrevimos a compartirnos
El olvido nos reclama, como a otros tantos heraldos viejos
Espontáneo, cabe inmenso en un estornudo
Repetición imprecisa; circular e incansable
Vocación que mantengo; pretérito invariable
De la atracción que ejerces, un testigo mudo
Planetas de agua se subliman en mi horizonte
Desesperados, te contienen como a un espectro
Te reproducen, como a estrella muerta
Condenados a convertirse en la sal del mundo;
A arrepentirse, en lo que percibo como un segundo.
Un Aleph me revela lo que dejamos de ser para estar juntos
Infancias caprichosas en las órbitas vacías de tus ojos
Adolescencias promiscuas bajo tus mejillas túrgidas
Miseria próspera supurando desde tu carne púrpura…
Fervientes por replicarte estallan mis sesos
En una cápsula de escape, recibo un gúgol de tus besos
La noche eterna te guarda con recelo
En otra dimensión, a través de otros ojos,
Que tu rostro estorbe de ver el fin;
Que tu sonrisa disuada de explorar la nada;
Daltónicos a tu amor,
para que cambie el rojo de Venus
por el escarlata apagado de tus labios,
y el verde de Urano
por el marrón seco de las veredas por las que andas
...
Materia finita
Ahora el Todo nos da forma
Lejano punto azul
Tu visor se aleja.
En nombre del jugador número dos
Oprimo un botón rojo
Sin naves restantes en el hangar
Oprimo el botón azul
Los cuadros vuelven a su lugar
Puntos que se agrupan en enteros de seis cifras
Música que en ocho bits expresa miseria
Izquierda y derecha son dígitos sin diferencia
Escudos creados para mis propios impactos,
Imposible moverme de aquí
Soy sólo un punto brillante
Sólo sé implosionar
Esto que siento no cabe en tres letras
Que tú no me reconozcas
Es el precio de que otros me vean
Quien conoce la soledad
Ha visto un joystick que nadie toca
MI paleta de colores muy olvidable
Tan parecida a una película de culto
Ciudadanos ilustres autopercibidos
Tan grises
Para pasar entre ellos desapercibidos
No me digas que no me queda combustible
Necesito más créditos porque un soy adicto
Mientras tenga disparos ilimitados
Habré visto tu cara en algún otro lado
Ceros y unos,
no sé contarlos
Preferiría no entenderlos
Y salir de esta pantalla mágica
Que no sabe reflejar lágrimas
El infierno tapizado de niños nostálgicos
Hiede a sudor desabrido de pasiones
Tus fantasmas han sido exterminados
Entre carreras, aliens y zombies
No sabrás cuando el juego termine
Habrás vuelto a empezar
Heme aquí entonces, solitario pistolero
Indigno perdedor de todas mis vidas
Aprendo a contar mientras masturbo mi mente
Cerebro pútrido, marchita puntería
Esperando al propietario que me desconecte
En busca estoy del récord
Asesino del tiempo;
Diríjomeme a ti, sabio espectro
Si este lugar es un simulacro
¿Por qué aún juego sólo?. Entonces
Que se joda mi psicólogo
Odio que me hablen de ti en las terapias
Y del daño ingente que enhebra en mí tu recuerdo
Como si yo fuera un loco
Como si fuera yo un niño tonto
Que no sabe rimar palabras
Odio que te guarden de mí, entre rejas y barrotes
Creen, que a fuerza de pastillas me harán olvidarte
Ellos no saben que cuando duermo por las noches
Me convierto en un millón de viejos sacerdotes
Que, sin dudarlo, traicionan a su Dios para adorarte
Ellos no saben;
Que no hay delirio fervoroso que no provenga
De las palabras nacidas en tu boca sabor cereza;
Que no hay camisa de fuerza que a mi cabeza detenga
De imaginarte, el motivo primordial de la naturaleza
...
¿Por qué el cielo olvida ser azul en tu presencia?
Grita, como un ruin bloque de concreto, cuando no estás a la ventana
Pierde los cabales, la inspiración para hacer lluvia;
Olvida fácilmente en que estación está;
Y deja de presionar a setecientos sesenta milímetros de mercurio
…
¿Quién haría llover y hacer las nubes sino tu dulce voz, envidia de los triángulos?
¿A dónde soplaría el viento sus fértiles besos de oxígeno fresco?
Sino a tu pequeño cuerpo, hecho a la medida de mi ventrículo izquierdo
¿Acaso no lo ve?
¿Tan insensible es que no lo entiende?
El inútil aquel, que aún insiste en llamarme loco
Que dice que mi madre no me ha dado suficiente atención
Y me mira orgulloso, como si le prendiera el foco
Sustentado en su estúpida teoría, urgida por aprobación
Que se jodan los que piensan que estoy loco
Porque no han visto las dunas que insinúan
Los divinos contornos de tus labios ígneos;
Ni la promesa de paraíso que tu pelo oculta
Que sin dar nada más
A mi frágil espíritu enardece
Que sin decir mucho
Hace de esta vida un deleite
Y que aún sin amarme
Le soy devoto
Tal vez es por eso, que tú también piensas que estoy loco
Porque aún ahora, no doy nada por perdido en el fondo
Y mientras sepa, que aún no te lo he entregado todo
Llamaré a mis lágrimas, “compañeras de consultorio”.
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