Por Terrornauta
Las décadas de los 60 y 70 representan un periodo de transformación en el que la oscuridad ancestral y lo inexplicable se entrelazan en las sombras de una cinematografía emergente. En este torbellino de misterio, Carlos Enrique Taboada se destaca como un creador de pesadillas, un alquimista que fusiona la esencia del folclore mexicano con los aspectos más oscuros de la psique humana.
En los años 60, el cine mexicano se sumergió en la experimentación, explorando nuevas dimensiones del terror. En este contexto, Carlos Enrique Taboada se presenta como un arquitecto de historias tenebrosas que dejarían huella en la conciencia colectiva. Su película destacada, "El Libro de Piedra" (1969), se posiciona como un referente en el género de horror mexicano, desafiando convenciones y sumergiéndose en las profundidades del alma. A continuación, revisemos algunas de sus películas.
"Hasta el Viento Tiene Miedo" (1968) destaca como una obra de horror psicológico que sumerge al espectador en lo sobrenatural con maestría. Ambientada en un internado de señoritas, la trama explora los rincones de la mente humana, donde los fantasmas del pasado y las tensiones reprimidas acechan en cada pasillo oscuro. La película no solo construye una narrativa de suspense, sino que también profundiza en las complejidades de la psique femenina, desafiando las expectativas convencionales y estableciendo un estándar elevado en el cine de terror mexicano. En este filme, Taboada no solo evoca el miedo a lo paranormal, sino que también explora los temores más profundos que residen en el corazón humano, creando una experiencia cinematográfica que perdura en la memoria mucho después de que los créditos finales hayan aparecido en la pantalla.
"El Libro de Piedra" no es simplemente una película; es una experiencia impactante, un viaje a través de pasadizos mentales y rincones olvidados de la psique. La trama, imbuida de elementos góticos, sigue la historia de Julia, una niña con aparente conexión con una antigua escultura en los jardines de su casa. La película va más allá de la narrativa de terror, explorando las complejidades de la infancia, la soledad y fuerzas más allá de la comprensión humana.
Carlos Enrique Taboada, como arquitecto de lo macabro, construye en "El Libro de Piedra" un laberinto de sugestiones, donde la atmósfera claustrofóbica y los susurros de lo sobrenatural danzan en la penumbra de la pantalla. Las actuaciones, la dirección y la banda sonora se entrelazan para crear una sinfonía de terror que resuena en el espectador mucho después de que las luces del cine se han apagado.
Dentro de la paleta del cine de terror mexicano de los años 70, "Más Negro que la Noche" (1975) destaca como una joya del horror gótico. La película narra la historia de cuatro mujeres que se mudan a una mansión heredada, descubriendo secretos oscuros en su nueva morada. La trama se desenvuelve con elegancia, mezclando la atmósfera siniestra de la casa con elementos de ocultismo y suspense. Taboada, con su habilidad distintiva, crea una experiencia visual envolvente donde la casa misma se convierte en un personaje ominoso. "Más Negro que la Noche" se eleva más allá de las convenciones del género, explorando la conexión entre lo sobrenatural y lo psicológico en un juego magistral de luces y sombras. La película perdura como un clásico del cine de terror mexicano, estableciendo a Taboada como un maestro del género capaz de tejer pesadillas que se deslizan silenciosamente en los anales del miedo cinematográfico.
En paralelo a la obra de Taboada, los años 60's y 70's vieron emerger otro fenómeno peculiar en el cine de terror mexicano: el cine de luchadores y monstruos. Este fenómeno cinematográfico fusiona la intensidad de las luchas libres, personificadas por héroes enmascarados como El Santo, con la intriga y el misterio de las criaturas sobrenaturales. Películas emblemáticas como "Santo contra las Mujeres Vampiro" (1962) encapsulan esta fusión ecléctica, donde el fervor de las luchas se combina con la seducción de los vampiros. Este subgénero, audaz en su mezcla de elementos, ha dejado una huella indeleble en la historia del cine mexicano, desafiando las expectativas y dando vida a un espectáculo que resuena con la exuberancia y el misterio que caracterizan a esta época dorada del séptimo arte.
Las mujeres vampiro, seductoras y mortales, asumen roles de antagonistas irresistibles en estas producciones. La fusión de elementos góticos del vampirismo con la acción trepidante de las luchas libres ofrece una experiencia cinematográfica única. El Santo, con su máscara plateada y movimientos acrobáticos, se convierte en un héroe improbable enfrentándose a las fuerzas de la oscuridad.
En este escenario ecléctico, el cine de terror mexicano abraza la diversidad de influencias, desde lo gótico hasta lo folklórico y lo surreal. Taboada y el Santo, cada uno en su estilo, contribuyen a la riqueza del género, trascendiendo las fronteras del horror convencional y tejiendo un tapiz único de narrativas inquietantes.
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