Sobre el viejo debate entre Chomsky y Foucault. Uno de los argumentos de Foucault, que sé que no es central, vale la pena discutirlo aparte. Descartando con desdén los alegatos de Chomsky, sin duda un poco ingenuos, en el sentido de que la revolución se propone liberar la naturaleza humana oprimida por la clase dominante, Foucault propone el ejemplo de la revolución marxista, que también creía en una naturaleza humana a la que había que salvar de la enajenación capitalista, y que sin embargo no pudo crear más que una sociedad copiada de la sociedad burguesa, con un arte burgués, un matrimonio burgués, una sexualidad burguesa. Lo grave para un pensador que está insinuando siempre que Chomsky es ingenuo es que la falacia del argumento proviene seguramente de una ingenuidad del propio Foucault. Es claro que el realismo socialista le parece burgués porque no es vanguardista. Pero ¿no es evidente, salvo por prejuicios acríticos, que el vanguardismo es una creación de la sociedad burguesa y capitalista, incluso, si me apuran, su más coherente expresión? Sin duda el realismo socialista está también enajenado, pero no por ser burgués. Es una simplificación absolutista, tan ingenua como las de Chomsky, pensar que no hay en arte más inautenticidad que la inautenticidad burguesa. Y lo mismo se aplica al ejemplo del matrimonio y de la sexualidad. No es el proletariado el que ha inventado la liberación femenina y el modelo de matrimonio que le corresponde, ni tampoco los derechos de los homosexuales: esas "revoluciones" son en todo caso "revoluciones burguesas", y es un absurdo, sólo explicable por un prejuicio ingenuo e irracional, creer que si no se dan en una sociedad no burguesa, es por imitar a la sociedad burguesa, donde justamente sí se dan.
Pero una ingenuidad más grave y más oculta puede verse también en uno de los argumentos más vigorosos de Foucault. Refutando una vez más la fe ingenua de Chomsky en que la meta de la revolución es instaurar la Justicia, Foucault afirma que con la revolución el proletariado no busca la justicia (a veces parece insinuar que busca todo lo contrario), sino simplemente tomar el poder. A la pregunta de Chomsky de por qué, entonces, es preferible el poder proletario, Foucault contesta que no es porque sea más justo, sino porque con el proletariado en el poder ya no habrá más clases en la sociedad. Dejando de lado el tufo un poco rancio que produce seguir oyendo hablar de "proletariado" en nuestras sociedades, no es ni por datos concretos ni por un razonamiento impecable, sino por una fe ingenua, por lo que alguien puede estar seguro de que una sociedad con el proletariado en el poder será (o más bien sería) una sociedad sin clases. Sin duda los marxistas pensaban (o piensan) que cuando llegue al poder la clase más explotada, ya no habrá clases porque ya no quedará nadie más abajo a quien explotar. Ese razonamiento ya lo había refutado de antemano Fourier afirmando, muchos antes de El Capital, que el más ínfimo proletario todavía explota a alguien: a su mujer. Y no hace mucho Castoriadis dedicó muchas páginas de mostrar que las formas de dominación en las sociedades humanas no se reducen la forma capitalista de la dominación económica, y que muchas de esas formas pueden convivir perfectamente con una economía no monopólica.
Pero una ingenuidad más grave y más oculta puede verse también en uno de los argumentos más vigorosos de Foucault. Refutando una vez más la fe ingenua de Chomsky en que la meta de la revolución es instaurar la Justicia, Foucault afirma que con la revolución el proletariado no busca la justicia (a veces parece insinuar que busca todo lo contrario), sino simplemente tomar el poder. A la pregunta de Chomsky de por qué, entonces, es preferible el poder proletario, Foucault contesta que no es porque sea más justo, sino porque con el proletariado en el poder ya no habrá más clases en la sociedad. Dejando de lado el tufo un poco rancio que produce seguir oyendo hablar de "proletariado" en nuestras sociedades, no es ni por datos concretos ni por un razonamiento impecable, sino por una fe ingenua, por lo que alguien puede estar seguro de que una sociedad con el proletariado en el poder será (o más bien sería) una sociedad sin clases. Sin duda los marxistas pensaban (o piensan) que cuando llegue al poder la clase más explotada, ya no habrá clases porque ya no quedará nadie más abajo a quien explotar. Ese razonamiento ya lo había refutado de antemano Fourier afirmando, muchos antes de El Capital, que el más ínfimo proletario todavía explota a alguien: a su mujer. Y no hace mucho Castoriadis dedicó muchas páginas de mostrar que las formas de dominación en las sociedades humanas no se reducen la forma capitalista de la dominación económica, y que muchas de esas formas pueden convivir perfectamente con una economía no monopólica.
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