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Félix Ayurnamat 2024 |
Por Silvia M. Barrón.
Aurora Reyes (1908-1985) es un nombre que tal vez no sea tan conocido como el de otras artistas mexicanas, como Frida Kahlo o Nahui Ollin, pero cuya influencia y legado son innegables para entender el arte mexicano del siglo XX. Artista y profesora que emergió de la Revolución, Aurora Reyes dedicó toda su vida a luchar por la educación del pueblo mexicano, la libertad del individuo y los derechos políticos, económicos y sociales de las mujeres mexicanas. En esta ocasión, se presenta la exposición "Arte y Lucha. Aurora Reyes" en el hermoso Museo Nacional de San Carlos. En esta exhibición, la obra de Aurora nos sorprende y nos permite conocer la visión de una mujer multifacética: artista, feminista, activista y educadora.
El Museo Nacional de San Carlos
La exposición se encuentra en el Museo Nacional de San Carlos, un edificio cuya historia es fascinante en sí misma. Este majestuoso inmueble tiene sus orígenes en el encargo realizado por la Marquesa de Selva Nevada, Doña María Josefa Rodríguez de Pinillos y Gómez de Bárcena, para su hijo José Gutiérrez del Rivero y Pinillos y Gómez al gran arquitecto Manuel Tolsa. Lamentablemente, José murió antes de que la construcción del palacio terminara, y su madre compró el título de Conde de Buenavista en su honor.
Durante el siglo XIX, la zona conocida como Tlaxpana y el palacio sirvieron como residencia para personajes infaustos de la historia de México, entre ellos el General José María Romero de Terreros, III Conde de Regla, Antonio López de Santa Anna, François Achille Bazaine, y el General José Rincón Gallardo. Las familias más distinguidas de la época disfrutaban de los amplios jardines de la casa, que abarcaban hasta lo que hoy es el terreno de la Plaza de la República.
El acceso principal a la casa en el siglo XIX era por el imponente pórtico neoclásico que acoge al Jardín Buenaventura o Tabacalera. A finales del siglo XIX, la familia Iturbe, entonces propietaria del inmueble, arrendó el edificio a la Tabacalera Mexicana Basagoiti Zaldo y Compañía, destinándolo a funciones de oficina y fábrica.
Entre 1823 y 1827, el edificio albergó la primera embajada del Reino Unido en México. Más tarde, fue sede de las oficinas de la Lotería Nacional de 1933 a 1945 y de la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM número 4 de 1958 a 1965. En 1965, el antiguo Palacio de Tolsá fue asignado a la Secretaría de Salubridad y Asistencia con la intención de adaptarlo como Escuela de Salud Pública, lo que dio inicio a trabajos de restauración. Finalmente, en 1968, se decidió crear un recinto para conservar la colección de arte europeo de la Academia de San Carlos. La Comisión de Monumentos y Bellezas Naturales declaró al Palacio de los Condes de Buenavista Monumento Nacional el 26 de febrero de 1932.
Hoy en día, el Museo Nacional de San Carlos resguarda piezas que abarcan desde los estilos gótico, renacimiento, barroco, manierismo, neoclásico y romanticismo, hasta las vanguardias europeas del siglo XX. Esta es una de las colecciones más importantes no solo de México, sino de toda América Latina. En este entorno histórico y cultural, la obra de Aurora Reyes encuentra un marco perfecto, dialogando con siglos de arte y cultura, y ofreciendo una visión integral de la rica historia del arte.
Aurora Reyes: Una vida de lucha y arte
Aurora Reyes nació el 9 de septiembre de 1908 en Hidalgo del Parral, Chihuahua, en una época de grandes cambios y turbulencias para México. Su nacimiento en esta tierra minera, que años después sería escenario de la Revolución Mexicana encabezada por Francisco I. Madero, marcó su vida y obra. Los recuerdos de su infancia estuvieron teñidos por el paisaje desértico de Chihuahua, un entorno que revivió en su poesía, como señala la investigadora Margarita Aguilar Urbón. El desierto de aquel estado reaparece vívidamente en su poema “Estancia en el desierto”.
Desde niña, Aurora conoció la pobreza y la desigualdad. En 1913, su familia se vio obligada a trasladarse a la Ciudad de México tras la participación de su abuelo, Bernardo Reyes, en el golpe de Estado contra Francisco I. Madero. Este acontecimiento convirtió a los Reyes en proscritos, obligando a su padre a permanecer en la clandestinidad mientras su madre y ella sobrevivían en una casa ubicada en la colonia La Lagunilla. Fue durante esta etapa de su vida que abrazó los ideales de la revolución, nacidos de las exigencias del proletariado y del campesinado por la defensa de las garantías sociales, laborales y agrarias del pueblo mexicano.
Desde joven, Aurora mostró un espíritu rebelde y apasionado, características que definirían su vida y obra. En 1921, ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria y posteriormente a la Academia de San Carlos. En estos recintos, la artista se vinculó con otras personalidades de la vanguardia de las artes mexicanas, como Diego Rivera y, en especial, Frida Kahlo. Con Frida, sostuvo una estrecha amistad que perduró a lo largo de los años y quedó inmortalizada en el "Retrato de Frida frente al espejo" (1946). Este cuadro no sólo es una muestra del talento de Aurora como retratista, sino también un testimonio de la profunda conexión entre ambas artistas, unidas por su pasión y compromiso con el arte y la lucha social.
La vida académica de Aurora fue breve pero intensa. Expulsada de la preparatoria por causas políticas, continuó su formación en la Academia de San Carlos, aunque también la abandonó para seguir su propio camino autodidacta. Antes de finalizar sus estudios, obtuvo el nombramiento de profesora de Artes Plásticas por la Secretaría de Educación Pública. Su determinación la llevó a convertirse en la primera mujer muralista de México, un logro monumental que abrió puertas a futuras generaciones de artistas femeninas.
La Pionera Muralista
En 1936, rompió barreras al convertirse en la primera mujer en realizar un mural en México. Este hito no sólo marcó el inicio de su carrera muralista, sino también un compromiso con las causas sociales que reflejaría en su obra a lo largo de su vida.
Su primera obra mural, "Atentado a las Maestras Rurales", es un grito visual contra las injusticias y una denuncia de la violencia que sufrieron las maestras rurales en su intento por llevar educación a todos los rincones de México. Este mural, ubicado en el Centro Escolar Revolución en la Ciudad de México, muestra a una maestra vilipendiada y golpeada, símbolo del sacrificio y la lucha por una educación equitativa.
En el Auditorio 15 de Mayo del SNTE, Reyes pintó cuatro murales: "Espacio, objetivo, futuro y Presencia del maestro en los movimientos sociales de la patria", "Trayectoria de la cultura de México" y "Constructores de la cultura de México". Estos murales son un testimonio de su visión global de la historia y la cultura mexicana, y su fuerte sentido de nacionalismo.
Otro de los murales más emblemáticos es "El primer encuentro", pintado en 1978 en la sala de cabildos de la alcaldía de Coyoacán. En esta obra, Aurora refleja el encuentro entre dos culturas, representado por la llegada de Hernán Cortés a Coyoacán. Este mural no solo es una muestra de su talento artístico, sino también de su capacidad para reinterpretar la historia desde una perspectiva crítica.
La obra mural de Aurora Reyes es quizás su contribución más reconocida al arte mexicano. Sus murales no solo son estéticamente poderosos, sino que también llevan un mensaje profundo de lucha y resistencia. Uno de sus murales más famosos, "Atentado a las Maestras Rurales", también conocido como "La maestra asesinada", se encuentra en el Centro Escolar Revolución. Este mural muestra a una maestra rural golpeada y vilipendiada, simbolizando la lucha y el sacrificio de los educadores en un país marcado por la desigualdad.
Educación y Activismo
Además de su carrera artística, Aurora Reyes dedicó gran parte de su vida a la educación. Desde 1927, cuando recibió su nombramiento como profesora de Artes Plásticas de primaria, se comprometió a enseñar y promover los valores de la educación socialista durante el periodo cardenista. Sus metodologías innovadoras vinculaban la educación artística con los movimientos sociales, ofreciendo una formación integral a sus alumnos. Este enfoque reflejaba su creencia en el poder transformador del arte y la educación. Su influencia en la Secretaría de Educación Pública fue crucial para dignificar la maternidad de las mujeres trabajadoras y abrir debates sobre la perspectiva de género. Fue una defensora incansable de los derechos de las mujeres, luchando por el voto femenino que se alcanzó en 1955.
Aurora también fue una de las fundadoras de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y de la Confederación Nacional Campesina, espacios desde los cuales promovió la creación de las primeras guarderías para hijos de trabajadoras y apoyó diversas luchas sociales, incluyendo el movimiento estudiantil de 1968.
Compromiso Social y Político
Más allá de su arte, Aurora Reyes fue una incansable luchadora social y feminista. En la década de los 30, su visión política y social se inclinó por las ideas del antiimperialismo, el antifascismo y el comunismo, pasando a formar parte del Partido Comunista Mexicano (PCM) y la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR). Fue miembro fundador de la LEAR y de la Confederación Nacional Campesina. Sus primeros trabajos estuvieron estrechamente relacionados con su labor como profesora, lo que, junto con sus ideas políticas, la llevaría a plasmar la imagen de las profesoras, tal es el caso de su retrato a la educadora y política de la Unión Soviética Nadezhda Krúpskaya (1930). Su primer mural, titulado “Atentado a las maestras rurales” o “La maestra asesinada”, fue pintado en 1934 en las paredes del Centro Escolar Revolucionario.
Aurora Reyes no pasó por alto uno de los problemas que las mujeres vivían dentro de organismos como el PCM, que era la subordinación que los hombres querían imponer a “las camaradas”, asignándoles tareas mínimas y roles de género que imperaban dentro de la sociedad burguesa. Además, presenció y denunció la violencia de género dentro del partido. Por tal motivo, la artista salió de las filas del PCM en la época de Lázaro Cárdenas. Sin embargo, su espíritu combativo no desapareció; al contrario, sumó una causa más a sus ideales: la lucha por la libertad económica, política y social de las mujeres.
Su activismo la llevó a promover la creación de guarderías para los hijos de las trabajadoras del magisterio y a luchar por el derecho al voto femenino, un derecho que se logró en 1955. Su postura antiimperialista y su apoyo a diversas causas sociales, incluida la de los estudiantes en 1968, reflejan su compromiso con los oprimidos y su inquebrantable espíritu de justicia.
Su obra
Su trabajo se distingue por un estilo pictórico singular que fusiona una paleta dominada por tonos ocre con líneas orgánicas de notable expresividad. Su pintura se caracteriza por la profundidad emocional transmitida a través de los rostros de sus personajes, que exhiben una serenidad matizada por la intensidad de sus gestos y miradas. Emplea una técnica que realza las texturas, creando una dinámica visual que invita al espectador a explorar cada detalle meticuloso.
Los tonos ocre, omnipresentes en sus composiciones, no solo sirven como base cromática, sino que también simbolizan una conexión profunda con los paisajes y las tradiciones culturales mexicanas que influenciaron su infancia. Sus obras exhiben una fusión armoniosa de colores terrosos que evocan la tierra y el entorno natural de su tierra natal, dotando a sus pinturas de una autenticidad visceral.
Las líneas orgánicas que emplea no solo delinean figuras y formas, sino que también contribuyen a la narrativa emocional de sus obras. Estas líneas, fluidas y dinámicas, capturan el movimiento y la energía interior de sus sujetos, creando composiciones que parecen cobrar vida ante los ojos del observador. La expresividad de sus líneas sugiere una profundidad psicológica y emocional en los retratos y escenas que retrata, transmitiendo estados de ánimo y emociones complejas con una notable economía de medios.
La textura que logra en sus pinturas añade otra capa de significado y sensación táctil a sus obras. Utilizando técnicas variadas, desde pinceladas empastadas hasta veladuras sutiles, crea superficies que invitan al tacto visual, revelando una riqueza de matices y detalles que enriquecen la experiencia estética. Esta textura palpable refuerza la profundidad y la complejidad de sus temas, proporcionando un contraste entre la dinámica y la serenidad que caracteriza su enfoque artístico.
El dato interesante.
La vida de Aurora está llena de anécdotas que reflejan su carácter indomable. Una de las más notables es la que involucra al expresidente Luis Echeverría. Según relata su nieto, un día Echeverría, amigo de muchos años, tocó a la puerta de Aurora para ofrecerle la dirección de Bellas Artes. Aurora, fiel a sus principios, lo rechazó rotundamente diciendo que no hacía tratos con asesinos, cerrándole la puerta. Este acto de valentía le costó caro, pues fue vetada de la historia oficial del país.
Aurora también dejó un legado literario significativo. Sus libros de poesía, como "Humanos paisajes" (1958), "La máscara desnuda" (1969) y "Espiral en retorno" (1981), reflejan su visión de la patria, la mujer y la historia mexicana. Aunque su obra poética no ha recibido la atención que merece, es una parte esencial de su contribución a la cultura mexicana.
Reflexión Final
La exposición "Arte y Lucha: Aurora Reyes" es una oportunidad invaluable para redescubrir a una artista y activista cuyas contribuciones han sido subestimadas. A través de sus murales, escritos y compromiso social, Aurora Reyes dejó un legado que merece ser celebrado y estudiado. Su vida y obra nos recuerdan la importancia de la lucha por la justicia y la igualdad, y el poder del arte como herramienta de transformación social.
En cada trazo, en cada mural, Aurora nos habla de un México que lucha, sueña y se reinventa. Al recorrer esta exposición, no sólo apreciamos la belleza de sus obras, sino que también nos conectamos con su espíritu indomable y su visión de un mundo más justo y equitativo.
"Arte y Lucha" me hizo reflexionar sobre el papel del arte en la transformación social y a reconocer la importancia de figuras como Aurora Reyes, cuya obra y legado merecen ser celebrados y recordados. Esta es una oportunidad única para conocer la vida y obra de una mujer que, a pesar de los obstáculos, dejó una huella imborrable en la historia del arte y la lucha social en México.
Con esta exposición, el Museo Nacional de San Carlos nos ofrece un viaje a través del tiempo y el espacio, un recorrido por la vida de una mujer que se atrevió a soñar y a luchar por un mundo mejor. Aurora Reyes no sólo fue una artista, sino una visionaria cuyo legado sigue inspirando a nuevas generaciones de luchadores y artistas.
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