Por El Perrochinelo
Nel, banda, ya estuvo bueno de tanta lloradera fifi. Otra vez amanecí escuchando en el radio del señor que vende tamales (mis orejas son libres, pero mi corazón no se salva del chisme), que AMLO es un agente iraní, un reptiliano disfrazado de peje y que Claudia Sheinbaum es en realidad un androide programado por Fidel Castro desde el más allá. ¿Neta? ¿Ya no les alcanza ni pa' la decencia?
¿De qué tamaño es su coraje, mis estimados machuchones de la derecha? ¿Qué les duele más? ¿Que ya no pueden viajar en helicóptero del gobierno a sus partidos de golf? ¿Que el chayo ya no llega con moñito a la redacción? ¿O que el peje no les dio ni pa’l café con piquete? Háganse un té de tila y dejen de inventarse cuentos más sacados de onda que los de Jaime Maussan.
Miren, yo soy un perro, pero de esos con calle y cerebro, y no me trago cualquier croqueta de infoxicación. Desde hace ya un rato andan diciendo que AMLO era comunista, pero ¿dónde está la URSS? ¿Dónde el muro de Berlín? ¿Dónde el miedo, Carmen? ¡Pos no más en su cholla! Lo que les arde es que por primera vez en décadas alguien se tomó la molestia de mirar pa’ abajo, de voltear la tortilla y decir: “vamos con los más jodidos”.
Pero claro, eso a los señoritingos de la opinión acartonada les da hipo. No pueden con eso de que un señor de Tabasco, sin Harvard ni acento fifi, haya tumbado al PRIAN como si fuera un castillito de naipes. ¡Y todavía se atreven a decir que era un dictador! No manchen, ni dictador ni mucho menos reptiliano, más bien es un cabrón necio, pero necio con causa. No como los de antes que nomás eran necios pa’ robarnos hasta las esperanzas.
Uno de los mejores rumores que escuché —y esto es real, lo juro por las pulgas que no tengo— es que AMLO tiene un laboratorio subterráneo en Palacio Nacional donde hace pociones mágicas para controlar la mente de los chairos. ¡Qué Marvel ni qué nada! Estos cuates ya necesitan más terapia que el loquito del parque qu se cree Tarzan. Solo falta que digan que Claudia en las mañaneras se comunica con Maduro en código Morse a través de los movimientos de ceja. O que quiere instalar el comunismo vía Tren Maya, como si los rieles trajeran marxismo de fábrica.
Pero la neta, detrás de tanto disparate lo que hay es odio. Odio por perder la comodidad, la impunidad, el varito fácil, las becas de papel y los moches institucionalizados. Miedo a que el pueblo agarre el micrófono y diga: “¡ya no más!”. Y por eso chillan, porque saben que su reinado se les fue como gorda en tobogán.
¿Y saben qué es lo más irónico? Que mientras más lo atacan, más lo quiere la población. Porque el cariño que se ha ganado no viene de Televisa ni de tuitazos patrocinados, viene del barrio, de los abuelos con pensión, de los morros con beca, de los obreros con chamba, del campo con apoyito. Eso, mis estimados lectores, no se compra ni se truquea.
Ahora bien, tampoco hay que cerrar los ojos y decir que todo es miel sobre hojuelas, porque eso ya sería lambisconería, y aquí el Firulais no lame más que huesos. Hay cosas que se pueden mejorar, claro que sí. Hay tropiezos, hay funcionarios que nomás no dan una, hay burocracia que atora más que un bolillo seco en el cogote, pero el camino va pa’lante. Y lo importante es que ya no se están tomando decisiones desde la cúpula, sino desde abajo, con consulta, con plebiscito, con gente.
Lo que necesitamos es más crítica neta y menos paranoia. Más análisis con chamba y menos TikToks del miedo. Que si quieren debatir con la presidenta, órale, va, pero con argumentos, no con cuentos chafas. Pongan en la mesa propuestas, datos, y dejen de colgarse de cada resbalón pa’ gritar “¡dictadura!”. Porque si esto fuera dictadura, ustedes ya estarían en una mazmorra en un sótano obscuro y siniestro, no desde cabinas con aire acondicionado y micrófonos de oro.
Así que, queridos odiadores profesionales: ya supérenlo. El Peje no les va a pedir perdón por haber ganado. No renuncio porque ustedes le echaran tierra en las redes. Y no dejo de gobernar pa’ complacerlos en sus berrinches. Se les acabó el recreo. Y si quieren regresar, tendrán que ganarse al pueblo con hechos, no con teorías de conspiración sacadas de “La Rosa de Guadalupe edición CIA”.
Y pa’ rematar, ahí les va un pensamiento callejero de su servilleta: “Cuando el privilegio es lo único que conoces, la igualdad te parece dictadura”. Así de simple. Ya suéltenlo, ya se les fue, ya perdió el PRIAN, ya no regresaron. Ahorita toca aguantar vara, aprender a convivir con el cambio y bajarse de su nube de superioridad moral. Y si no, pues sigan ahí, chillando en Twitter, mientras el pueblo se organiza, se informa y les da la espalda.
Yo mientras tanto, me echo un coyotito bajo el puesto de garnachas, donde la neta se dice con salsa y los sueños se fríen en aceite hirviendo... pero nunca se apagan.
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