![]() |
Pepe Mujica. 2025 |
Por TPS
Mujica inició su vida política en los años 60 como miembro del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, un grupo guerrillero de izquierda en Uruguay. Tras ser capturado, pasó 14 años en prisión, muchos de ellos en condiciones inhumanas y en aislamiento. Esta experiencia marcó profundamente su visión del mundo, llevándolo a adoptar una postura más conciliadora y enfocada en la paz social tras su liberación en 1985.
Durante su presidencia (2010-2015), Mujica se destacó por su estilo de vida austero. Vivía en una modesta chacra en las afueras de Montevideo, conducía un viejo Volkswagen y donaba alrededor del 90% de su salario a organizaciones benéficas. Esta coherencia entre su discurso y su forma de vida le valió el reconocimiento internacional como "el presidente más humilde del mundo".
Su gobierno implementó políticas progresistas que posicionaron a Uruguay como un referente en América Latina. Legalizó el matrimonio igualitario, la interrupción voluntaria del embarazo y la regulación del mercado de la marihuana. Estas medidas no solo ampliaron derechos, sino que también promovieron la salud pública y la seguridad.
Además, Mujica impulsó programas para reducir la pobreza y mejorar la educación, destacando la importancia de invertir en el desarrollo del interior del país y en la formación de profesionales universitarios.
Mujica era conocido por su crítica al consumismo desenfrenado y al modelo económico basado en la codicia. En su discurso ante la ONU en 2013, cuestionó la lógica de un desarrollo que prioriza la acumulación material sobre el bienestar humano y la sostenibilidad ambiental.
A pesar de enfrentar desafíos como el aumento de la criminalidad y críticas a su gestión económica, Mujica mantuvo altos niveles de aprobación. Su autenticidad y compromiso con los valores democráticos lo convirtieron en una figura respetada tanto en Uruguay como en el extranjero. Incluso después de dejar la presidencia, continuó participando activamente en la política y en debates sobre el futuro de América Latina.
José Mujica nos deja un legado de integridad, humildad y compromiso con la justicia social. Su vida demuestra que es posible ejercer el poder sin perder la humanidad y que la política puede ser una herramienta para el bien común. En tiempos donde la desconfianza hacia los líderes es creciente, el ejemplo de Mujica resalta la importancia de la coherencia entre el discurso y la acción.
Comentarios