Por Terrornauta
En los pasillos húmedos y oscuros del cine de terror, donde el alma tiembla ante lo inexplicable y lo prohibido, hay una figura que regresa una y otra vez, arrastrando con ella no sólo sombras, sino también memorias ancestrales de amor, dolor y sacrificio. Esa figura es la madre. No hay imagen más contradictoria, más abismal y fascinante que la de la madre en el cine de horror. Ella no sólo engendra vida: también puede sellar destinos, provocar la muerte o abrir la puerta a lo innombrable. En su regazo caben tanto el consuelo como la maldición. En su abrazo, el refugio o la asfixia.
La madre, en el imaginario colectivo, ha sido elevada a símbolo de pureza, entrega y protección incondicional. Pero el cine de terror —como una criatura que se alimenta de lo reprimido— se encarga de corroer esa imagen, de desfigurarla con una lente oscura hasta mostrar lo que se oculta tras el mito: la madre controladora, la madre ausente, la madre que devora a su hijo con amor patológico o que ofrece su cuerpo como puente a las fuerzas del abismo. Ella puede ser heroína trágica, mártir silente o la bruja arquetípica que invoca maldiciones desde las raíces del subconsciente. En todas sus formas, la madre en el horror es umbral: un portal entre lo humano y lo monstruoso, lo familiar y lo desconocido.
Su representación nos confronta con lo más íntimo y temido: el vínculo umbilical con aquello que nos dio origen y que, a la vez, podría arrastrarnos a la perdición. De ahí que las películas que exploran a las madres desde esta óptica tengan una potencia emocional y simbólica tan devastadora. Nos interpelan desde un lugar primigenio, donde el miedo no es sólo a la muerte, sino al desamparo absoluto, a la pérdida del afecto más elemental, o peor aún: a que ese afecto sea precisamente el origen de nuestro tormento.
Así, en los últimos sesenta años, el cine de terror ha dado lugar a una galería oscura de madres: vengativas, monstruosas, poseídas, heroicas, dolientes. Madres que matan por sus hijos, madres que matan a sus hijos, madres que son condenadas por amar demasiado o demasiado poco. Cada una de estas figuras, con su historia tallada en la piedra del miedo, revela algo profundo sobre nuestra cultura, nuestra psicología y nuestra necesidad de buscar el horror en lo que alguna vez creímos sagrado.
Este texto habla sobre diez de esas representaciones memorables. No como una lista exhaustiva, sino como un viaje espectral por los ecos del vientre materno en el cine de horror. Porque, como dijera el propio Lovecraft, el más antiguo y fuerte de los miedos es el miedo a lo desconocido. ¿Y qué es la maternidad sino una región inexplorada del alma, donde coexisten el amor absoluto y el pavor sin nombre?
1. Norma Bates – Psicosis (1960)
Aunque físicamente ausente, la presencia de Norma Bates domina la narrativa de Psicosis. Su influencia sobre su hijo Norman es tan profunda que, incluso después de su muerte, él adopta su personalidad, cometiendo asesinatos en su nombre. Esta representación aborda la maternidad desde la perspectiva de una relación simbiótica y destructiva.
2. Margaret White – Carrie (1976)
Margaret White, madre de Carrie, es una fanática religiosa que reprime y castiga a su hija por cualquier manifestación de crecimiento o independencia. Su extremismo y abuso emocional catalizan la tragedia que se desata cuando Carrie descubre sus poderes telequinéticos.
3. Pamela Voorhees – Viernes 13 (1980)
En la primera entrega de la saga Viernes 13, se revela que la asesina es Pamela Voorhees, madre de Jason. Motivada por la venganza tras la muerte de su hijo, Pamela encarna una maternidad que, llevada al extremo, se convierte en una fuerza letal.
4. Rosemary Woodhouse – La semilla del diablo (1968)
Rosemary es una joven embarazada que sospecha que una secta satánica desea utilizar a su bebé para rituales oscuros. La película explora el miedo a la pérdida de control sobre el propio cuerpo y la maternidad como una experiencia alienante y aterradora.
5. Wendy Torrance – El resplandor (1980)
Wendy es una madre que lucha por proteger a su hijo Danny de su esposo Jack, quien ha sucumbido a la locura inducida por fuerzas sobrenaturales en el Hotel Overlook. Su valentía y determinación destacan en un entorno de aislamiento y terror psicológico.
6. Chris MacNeil – El exorcista (1973)
Chris es una madre desesperada por salvar a su hija Regan, poseída por una entidad demoníaca. Su lucha incansable y disposición a enfrentar lo desconocido reflejan la fuerza del amor maternal frente al horror absoluto.
7. Vera Cosgrove – Braindead (1992)
Vera es una madre dominante que, tras ser mordida por una criatura, se transforma en un zombi grotesco. La película utiliza el horror y la comedia para explorar la relación codependiente entre madre e hijo, llevándola a extremos macabros.
8. Mater Suspiriorum – Suspiria (1977)
En esta obra de Dario Argento, Mater Suspiriorum es una de las tres madres brujas que manipulan y controlan desde las sombras. Representa una maternidad arcana y destructiva, vinculada a lo oculto y lo sobrenatural.
9. Amelia – The Babadook (2014)
Amelia no es la madre monstruosa en un sentido clásico, sino la representación viva del dolor no resuelto, la depresión profunda y la angustia materna. Viuda, sola, y atrapada en una maternidad abrumadora con un hijo que encarna sus miedos, Amelia se convierte en receptáculo del Babadook, una criatura que no es más que el reflejo de su duelo reprimido. Esta madre no desea dañar, pero el dolor acumulado amenaza con destruirla. Su viaje no es el del exorcismo, sino el de la integración del monstruo, del trauma. Es, quizás, la más humana de todas: una madre herida que, para seguir amando, debe primero reconciliarse con sus sombras.
10. María – Salve María (2024)
María es una madre que enfrenta la maternidad desde una perspectiva crítica y no idealizada, abordando temas como el arrepentimiento maternal y la depresión posparto. La película se convierte en un thriller psicológico que desafía las percepciones convencionales de la maternidad.
Comentarios