Por TPS
Telele (sust. masc.): Evento dramático-psicocircense en el que el individuo, generalmente de tipo puqueque certificado, sufre una crisis nerviosa de magnitudes teatrales al enfrentarse a la menor adversidad de la vida diaria, como quedarse sin Wi-Fi, escuchar una crítica constructiva o tener que hacer trámites en ventanilla. El telele opera como mecanismo de defensa primitivo, diseñado para evitar toda responsabilidad bajo la coartada de una fragilidad fingida digna de novela turca.
Características diagnósticas:
- Desplome emocional inmediato: El sujeto pasa de la estabilidad relativa al desmayo moral en cuestión de segundos, emitiendo quejidos que varían entre el suspiro profundo y el chillido de marrano en feria.
- Expresividad histriónica: Incluye agarrarse la frente, sentarse bruscamente en la banqueta o repetir frases como “¡ya no puedo más con esta vida!”.
- Hiperreactividad somática: Sudoración, temblores, palpitaciones, necesidad urgente de "echar airecito" y búsqueda desesperada de agua con azúcar, aunque nadie haya sugerido que funcione.
- Negación madura: El telele permite al individuo evitar tomar decisiones importantes al declararse “incapaz” con lágrimas de cocodrilo y temblores selectivos que cesan mágicamente al oír “ya, no tienes que hacer nada, descansa”.
- Público necesario: El telele solo alcanza su máxima expresión si hay espectadores dispuestos a apiadarse o a correr a traer un bolillo.
Ejemplos de conducta telelera:
– Que te pidan que resuelvas un simple trámite y te avientes al drama diciendo: “¡me siento mal, siento que me va a dar algo!”.
– Recibir una crítica y responder lloriqueando que “todos están contra mí”.
– Olvidarte las llaves y sentarte en la banqueta suspirando hacia el cielo como si hubieras perdido todo en la Bolsa de Valores.
Diagnóstico diferencial:
No debe confundirse con un ataque de ansiedad legítimo, que tiene bases biológicas, ni con una crisis epiléptica verdadera. El telele es 90% performance y 10% falta de ganas de lidiar con el mundo.
Tratamiento sugerido:
– Ignorar discretamente al paciente hasta que note que su público se ha dispersado.
– Aplicar la técnica de “resuélvelo tú solito, campeón”, reforzando la autonomía emocional.
– Tener a la mano un abanico y una chancla simbólica para recordarle que vivir cansa, pero no mata.
Pronóstico:
El telele tiende a volverse crónico si se refuerza con mimos innecesarios, pero puede remitir con terapia de exposición gradual a la realidad, tareas domésticas o simplemente dejando de prestar atención.
El telele es el último grito desesperado del puqueque moderno ante la cruel y despiadada adultez. Aunque molesto para los demás, recuerda que cada telele ajeno nos enseña la lección más valiosa de todas: no ser tan chillón en esta vida.
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