Por Simona
Esta es una frase que encapsula la inevitabilidad del destino social dentro de la estructura de clases en la sociedad. Este dicho es un reflejo del determinismo estructural que se manifiesta en el microcosmos de la vida diaria, representado aquí por la metáfora del tamal.
El tamal, como sabemos, es un alimento emblemático que requiere una hoja—tradicionalmente de maíz o plátano—para envolver su esencia, es decir, la masa y el relleno. En este contexto, nacer "p'a tamal" no es simplemente una asignación culinaria, sino una metáfora de la predisposición social con la que uno nace. Se refiere a aquellos que, debido a su posición dentro de la estructura social, están destinados a un rol específico, en este caso, el tamal.
La caída de las hojas del cielo simboliza el entorno social y económico que inevitablemente proporciona los recursos, aunque limitados y predeterminados, necesarios para cumplir ese rol. No se trata aquí de una fortuna favorable, sino de un reflejo del sistema en el que los individuos se encuentran atrapados. Las hojas que caen del cielo no son una bendición divina, sino una manifestación de la 'naturaleza' del sistema socioeconómico que distribuye de manera desigual las oportunidades y recursos.
Desde esta perspectiva, el dicho nos revela una crítica implícita al sistema de castas y roles sociales que perpetúan el ciclo de inequidad. Los tamales, en esta visión, no pueden elegir no ser envueltos, así como los individuos dentro de ciertas clases sociales no pueden escapar de los roles que les han sido asignados al nacer.
Por lo tanto, "al que nace p'a tamal, del cielo le caen las hojas" es una sentencia sobre la ineludible realidad de la condición humana dentro de un marco estructuralista, donde los recursos y las oportunidades son distribuidos no por elección, sino por una combinación de destino social y la perpetuación de estructuras de poder preexistentes.
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