Por: Félix Ayurnamat
Dentro del mundo del arte contemporáneo, la figura del artista como vocero de la colectividad debe emerger como una voz disidente frente al elitismo predominante, en contraste con ciertos artistas, como Gabriel Orozco. En este contexto, es urgente la necesidad de acercar el arte a las personas y romper las barreras que lo separan de la comunidad. Desde mi trinchera busco crear una mirada crítica y propositiva que impulse a mi obra a conectar profundamente con su entorno, nutriéndose de las experiencias cotidianas y creando piezas que abran espacios de reflexión y transformación social.
Los artistas deberíamos desprendernos de la comodidad del pedestal elitista y sumergirse en las vivencias y problemáticas de nuestra comunidad. Es esencial entender que el arte no puede ser un ejercicio aislado e inaccesible, sino una herramienta que se nutre de la diversidad cultural y se enriquece con la multiplicidad de perspectivas. Así, los artistas debemos establecer un diálogo permanente con la comunidad, escuchando sus voces, reconociendo sus luchas y compartiendo sus logros. De esta manera, podremos crear obras que dialoguen directamente con la realidad de nuestros entornos y fomenten la identificación y el reconocimiento entre el público.
Un aspecto clave para revertir la situación actual es la democratización del arte. Los artistas deberíamos buscar nuevas formas de presentar nuestras obra que trasciendan las galerías de arte y los circuitos elitistas. Espacios públicos, parques, plazas y calles pueden convertirse en lienzos que permitan que el arte se integre naturalmente en la cotidianidad de la comunidad. Esta acción democratizadora impulsa a las personas a acercarse al arte sin temor a sentirse excluidos o incomprendidos, transformando la relación del público con el arte en una experiencia inclusiva y enriquecedora.
El acceso a la educación artística también se convierte en un pilar fundamental para acercar el arte a las personas. Los artistas deben comprometerse a compartir sus conocimientos y habilidades con la comunidad, especialmente con los más jóvenes. La implementación de talleres, charlas y proyectos educativos en escuelas y centros comunitarios permite que las nuevas generaciones tengan la oportunidad de explorar y expresarse a través del arte. De esta manera, se formará un público más crítico y participativo que podrá apreciar y valorar el arte de manera consciente.
Asimismo, es necesario fomentar la colaboración y el trabajo colectivo entre artistas y comunidades. La creación de proyectos colaborativos que aborden problemáticas sociales y medioambientales fortalece el sentido de pertenencia y empoderamiento en la comunidad, así como el impacto transformador del arte. En este sentido, los artistas deben desafiarse a sí mismos a trascender los límites individuales y egocéntricos para abrazar la colectividad como una forma de expresión artística.
La sensibilización y concienciación sobre la importancia del arte en la sociedad también es un paso fundamental. Los artistas deben convertirse en agentes de cambio cultural y social, utilizando su voz y su obra para visibilizar problemáticas sociales y promover valores como la inclusión, la equidad y la justicia. El arte tiene el poder de tocar fibras emocionales y cuestionar la realidad establecida, por lo que su potencial transformador no puede subestimarse.
Finalmente, es crucial que los artistas rescatemos la esencia del arte como expresión auténtica y despojada de imposiciones mercantiles. Rechazar la lógica del mercado y el culto a la fama les permitirá mantener la integridad de su obra y la fidelidad a sus principios. De esta manera, se evita caer en el juego elitista y superficial que ha caracterizado a algunos exponentes del arte contemporáneo.
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