Por Terrornauta
El cine de terror ha sido, desde sus albores, un espejo oscuro que refleja los temores más profundos y arraigados de la humanidad. Durante décadas, este género ha evolucionado, adaptándose a los cambios culturales y sociales, explorando los límites de lo que nos aterra. En los últimos años, una nueva corriente ha surgido dentro del cine de terror: el "Folk Horror " (Horror Folclórico), un subgénero que evoca las tradiciones antiguas y las mitologías rurales para dar vida a terrores primigenios, esos miedos que se esconden en la naturaleza salvaje y en los rincones más oscuros de nuestras almas.
El Folk Horror no es una invención moderna; más bien, es una revitalización de los elementos góticos que han permeado la narrativa de terror desde sus inicios. Los cuentos de hadas oscuros, las leyendas rurales y los mitos paganos han sido la base de este género, que ahora renace con una nueva intensidad en la pantalla grande. Este subgénero explora el miedo a lo desconocido, lo incontrolable y lo inevitable, conectándonos con una parte de nuestra psique que a menudo queda oculta en la vida urbana moderna.
La estética del Folk Horror es sombría, melancólica, y profundamente arraigada en el entorno natural. Los bosques oscuros, los páramos desolados y los pueblos aislados se convierten en escenarios donde lo sobrenatural se mezcla con lo cotidiano. Es en estos paisajes donde el ser humano se enfrenta a fuerzas que no puede comprender ni controlar, fuerzas que se remontan a tiempos antiguos, cuando los dioses eran despiadados y la naturaleza indomable. Esta confrontación con lo ancestral es lo que da al Horror Folk su poder particular; es un recordatorio de que, por mucho que la civilización avance, seguimos siendo vulnerables a los caprichos de lo desconocido.
Una de las películas más representativas de este resurgimiento es "The Witch" (2015), dirigida por Robert Eggers. Ambientada en la Nueva Inglaterra del siglo XVII, la película sigue a una familia puritana que es expulsada de su comunidad y se enfrenta a la soledad y la paranoia en los límites de un bosque oscuro. La historia está impregnada de simbolismo religioso y folclórico, y la atmósfera es opresiva, casi sofocante, mientras la familia sucumbe al miedo y a la locura. Eggers logra capturar la esencia del Horror Folk al mostrar cómo las creencias y supersticiones ancestrales pueden destruir a aquellos que las ignoran o las subestiman.
Otra obra destacada dentro de este subgénero es "Midsommar" (2019) de Ari Aster, que lleva el subgenero a un entorno inusualmente brillante y soleado. La película sigue a un grupo de jóvenes estadounidenses que viajan a Suecia para asistir a un festival pagano que se celebra una vez cada 90 años. Lo que comienza como una experiencia fascinante y culturalmente enriquecedora se transforma en una pesadilla de horror ritualístico y sacrificio. Aster subvierte las expectativas al mostrar el horror en plena luz del día, rodeado de flores y cantos, pero con un trasfondo de violencia y muerte. "Midsommar" es un recordatorio de que el mal no siempre se oculta en la oscuridad; a veces, se manifiesta en plena vista, disfrazado de tradición y celebración.
También ha encontrado un espacio en el cine independiente, donde directores como Ben Wheatley han explorado este subgénero con una perspectiva única. "Kill List" (2011) y "A Field in England" (2013) son ejemplos de cómo el Horror Folk puede entrelazarse con el surrealismo y lo psicológico, creando una atmósfera de inquietud constante. Wheatley utiliza los paisajes rurales británicos como escenarios para sus historias de paranoia y traición, donde lo sobrenatural y lo real se mezclan de manera indistinguible, dejando al espectador en un estado de desconcierto y miedo.
Lo que distingue este subgénero de otros subgéneros de terror es su enfoque en lo ancestral y lo tradicional. En lugar de depender de sustos repentinos o efectos especiales, el Horror Folk construye su tensión a través de la atmósfera, el simbolismo y la ambigüedad. Los monstruos en estas historias no son necesariamente criaturas físicas, sino entidades espirituales, maldiciones antiguas o incluso la propia naturaleza, que conspira contra los personajes. Este subgénero resuena con una sensación de fatalismo, una certeza de que el mal es ineludible, porque está arraigado en las mismas tierras que habitamos y en las creencias que hemos heredado.
El Folk Horror también explora la relación entre el ser humano y la naturaleza, una relación que ha sido desequilibrada por la industrialización y la urbanización. En muchas de estas películas, la naturaleza se representa como una fuerza vengativa, que castiga a aquellos que la profanan o la subestiman. Esto se puede ver en películas como "The Ritual" (2017), donde un grupo de amigos se pierde en un bosque escandinavo y es acechado por una entidad sobrenatural que representa la ira de los dioses antiguos. La película explora temas de culpa, redención y la incapacidad del hombre moderno para comprender o respetar las fuerzas más antiguas que rigen el mundo natural.
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