Por: Félix Ayurnamat
El arte, junto con el humor, constituyen herramientas poderosas que confrontan estructuras de poder y ponen al descubierto injusticias sociales. El humor, gracias a su capacidad subversiva y de desmitificación, es un arma eficaz contra el abuso de poder, la xenofobia, la moral hipócrita y los prejuicios arraigados.
Desde mi perspectiva, arte y humor se pueden unir para fomentar la reflexión crítica y la liberación. El humor, al exponer las contradicciones, lo absurdo de las normativas sociales, reta al status quo y motiva al público a cuestionar a los órdenes preestablecidos. Manifestaciones como caricaturas políticas, sátiras sociales y comedias que desafían lo políticamente correcto, evidencian las hipocresías y dobles estándares que sostienen el poder y la dominación.
En mi enfoque, la crítica a la colonialidad del poder halla en el humor un medio para confrontar estructuras de dominación y exclusión. Este permite cuestionar y desestabilizar discursos hegemónicos que perpetúan la xenofobia, discriminación y racismo. Mediante la ironía, parodia y burla, se desnudan injusticias, lo que promueve la empatía y solidaridad hacia los marginados.
El humor, al cuestionar normas y valores establecidos, nos ayuda a cultivar un espíritu crítico y una conciencia social más aguda. Las expresiones artísticas y humorísticas que retan a la autoridad, deberían despertar nuestras conciencias y sobre todo iniciar el debate sobre asuntos controvertidos. El humor, especialmente, con su habilidad para tratar temas serios de forma amena y accesible, alcanza a una audiencia diversa y más amplia, lo que ayuda a generar una mayor conciencia sobre problemas sociales graves.
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