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El viajero. FA. 2023 |
México, CDMX, 1 de septiembre 2023
Querido Félix
Permíteme comenzar esta carta con un suspiro de desdén, tan característico de nuestra época. Los modernos Flâneurs, esos caminantes urbanos pretenciosos, han aflorado como setas después de la lluvia en el jardín de la sociedad contemporánea. Ah, cómo desfilan por las calles, con sus atuendos de diseño, sus lentes de sol de marca y sus smartphones de última generación en mano, como si fueran los emperadores del asfalto y los reyes del pavimento. Se pavonean como pavos reales en pleno despliegue de plumas, pero su comprensión del mundo es más superficial que una charla de ascensor.
Estos modernos Flâneurs se presentan a sí mismos como observadores sagaces, como si mirar distraídamente las vidrieras de las boutiques de lujo fuera una forma de filosofía profunda. ¡Oh, qué aguda percepción la suya! ¿Quién necesita leer a Foucault o a Deleuze cuando puedes simplemente pasear por el centro de la ciudad y dar "me gusta" a las fotos de los brunchs en Instagram? Son los guerreros de la modernidad líquida, luchando con sus tarjetas de crédito en lugar de espadas, buscando la última tendencia en lugar de la verdad.
Y, sin embargo, en medio de todo su cinismo y superficialidad, hay algo admirable en su desfachatez. Desafían a la rutina de la vida diaria, se niegan a ser esclavos de la productividad y se declaran a sí mismos como caminantes urbanos en busca de experiencias "auténticas". ¿Quién necesita un trabajo estable cuando puedes ser un Flâneur profesional?
La ironía reside en que, mientras proclaman la importancia de "ver el mundo", su visión está tan distorsionada por las gafas de sol de diseñador que apenas pueden ver más allá de su reflejo narcisista. No observan el mundo, sino que lo consumen como si fuera un buffet de sushi de alta gama. Comen la cultura, la escupen en sus redes sociales y luego la olvidan.
Esos Flâneurs modernos son la manifestación más cínica y frívola de nuestra época, pero también son un ejemplo de que, en medio de la vanidad y la superficialidad, aún podemos encontrar un destello de rebeldía y una búsqueda de autenticidad. Aunque, sinceramente, a veces uno desearía que se perdieran en su propio desfile de moda y nos dejaran en paz.
La Flâneur de closet
Rebeca Jiménez
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