17 de marzo 2016
Querido Félix
Espero que te encuentres bien. Te escribo con una mezcla de curiosidad y emoción para compartir contigo un descubrimiento extraordinario que he realizado recientemente en la vieja casa de mi abuela, la cual heredamos tras su lamentable fallecimiento.
Hace unos días, mientras revisaba el desván polvoriento, me topé con una vieja maleta cubierta de telarañas y prácticamente olvidada. Al abrirla, me encontré con una fascinante colección de documentos antiguos, cuidadosamente guardados en sobres de papel amarillento. Cada uno de ellos estaba meticulosamente clasificado y atado con cintas de raso.
Al hojear estos papeles, pude advertir que se trataba de las cartas de mi abuela, una mujer de misterio y sabiduría insospechada. Sus palabras, impregnadas de nostalgia y secretos, me transportaron a un pasado lejano y desconocido. En sus cartas, mi abuela hacía referencia a una reliquia antigua, un objeto sagrado que, según sus palabras, estaba escondido en algún lugar de la casa familiar.
Estoy seguro de que te preguntarás qué tipo de reliquia podría ser tan valiosa como para merecer el celoso resguardo de mi abuela. Te voy a compartir contigo algunos fragmentos de sus escritos, con la esperanza de que juntos podamos descifrar este enigma y descubrir el verdadero tesoro que yace oculto entre las paredes de esta casa.
En una de las cartas, mi abuela mencionaba un viejo árbol de nogal que se alzaba majestuoso en el jardín trasero. Según ella, la reliquia se encontraba enterrada a los pies de aquel árbol, bajo la sombra de sus frondosas ramas. Pero no se limitaba a dar una ubicación precisa, sino que describía un intrincado camino de pistas y acertijos que debían ser resueltos para alcanzar la codiciada recompensa.
"Si quieres hallar la reliquia", decía mi abuela en una de las cartas, "deberás seguir los susurros del viento nocturno, aquellos que te llevarán al umbral de la noche y te guiarán hacia la llave que abre el pasado". Estas enigmáticas palabras me han mantenido despierta durante noches enteras, tratando de comprender su significado oculto.
Félix, he decidido embarcarme en esta aventura de descubrimiento y misterio. He comenzado a explorar los rincones oscuros de la casa, siguiendo las pistas que he encontrado en las cartas de mi abuela. Cada paso que doy me acerca más al enigma que envuelve a la reliquia perdida.
Siguiendo las indicaciones, me adentré en el jardín trasero, donde el nogal se alzaba majestuoso como un guardián de secretos ancestrales. Bajo la sombra de sus ramas, comencé a escuchar el susurro del viento nocturno, casi imperceptible pero lleno de promesas. Me guio hasta una antigua puerta de madera escondida entre la enredadera.
Tras abrir la puerta, ingresé a una habitación oculta. Me acerqué y examiné cada rincón, buscando alguna pista que me llevara al túnel secreto mencionado en las cartas. Finalmente, mis dedos rozaron una piedra suelta en el piso, revelando un mecanismo oculto.
Con un chirrido, la piedra se deslizó hacia un costado, revelando un estrecho pasadizo. Con una mezcla de emoción y temor, me adentré en el laberinto subterráneo, cuyos muros estaban cubiertos de inscripciones antiguas y misteriosas. A medida que avanzaba, las sombras danzaban a mi alrededor, creando un ambiente de suspenso que parecía sacado de una pesadilla.
Mis pasos resonaban en el silencio sepulcral mientras me enfrentaba a bifurcaciones y callejones sin salida. Cada elección que tomaba me acercaba o me alejaba del ansiado tesoro. Me apoyé en mi intuición, en la sabiduría de mi abuela y en el eco de sus palabras, hasta que finalmente llegué a una sala enigmática.
Allí, en el centro de la sala, reposaba la reliquia antigua. Era una pequeña caja de madera tallada, adornada con símbolos antiguos y desgastados por el tiempo. Con manos temblorosas, la tomé y la abrí con cuidado, revelando su contenido: un antiguo medallón de oro, incrustado con piedras preciosas y grabado con símbolos desconocidos.
No pude evitar sentir un escalofrío recorrer mi espalda mientras contemplaba aquella reliquia misteriosa. Era como si el pasado y el presente se fundieran en un solo momento, y la presencia de mi abuela se hiciera palpable en aquellos instantes.
Félix, el descubrimiento de esta reliquia ha despertado en mí una curiosidad insaciable por desentrañar los secretos que envuelven nuestra familia. Prometo seguir investigando y buscar respuestas en los escritos de mi abuela y en cualquier otro rastro que encuentre en este camino lleno de misterio y nostalgia.
Te mantendré informado de mis avances y descubrimientos. Espero que mi relato te haya intrigado tanto como a mí.
Un abrazo misterioso
Rebeca Jiménez
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