Para seguir con las metáforas venenosas: leído hace poco un altanero artículo donde se habla una vez más de Estado paternalista y de la iniciativa privada que crea empleo. ¿Cómo podría el Estado no ser "paternalista"? Exigir eso sería como exigir que Dios no sea Dios Padre. Si hay en la sociedad un grupo o una institución a cuyo cargo está guiar el comportamiento de esa sociedad, esa institución está obviamente "a la cabeza" de la sociedad como el "cabeza de familia" en el grupo familiar.
Pero la acusación de "paternalista" sólo se le aplica al Estado para referirse a los aspectos de ese Estado que se proponen proteger y defender a los más desposeídos. Lo que la derecha quiere sugerir al calificar así al Estado es que esas medidas infantilizan a la sociedad, o a esa parte de la sociedad, desviándola de su destino natural, que es la competencia descarnada y sin paliativos. Como si esa competencia fuera de veras en igualdad de condiciones. Es como si en una pelea entre un hombre con un cuchillo y otro desarmado, nos prohibieran pasarle un cuchillo al desarmado para no infantilizarlo.
A la derecha siempre se le olvida tomar en cuenta que la ventaja del empresario sobre el trabajador no es un merecido premio que el empresario ha ganado con su esfuerzo personal (como por supuesto se afirma en ese artículo): ese empresario no habría lucrado si en la sociedad done fabrica y vende sus productos o servicios no hubiera carreteras, calles, energía eléctrica, agua corriente, transportes públicos, funcionarios, etc., etc., todo lo cual no es en absoluto obra de su esfuerzo personal, sino de los impuestos, y del trabajo de todos nosotros. De modo que el empresario, hay que repetirlo repetitivamente estos tiempos, nos debe algo, muchísimo más que nosotros a él.
Porque el artículo en cuestión dice a continuación, naturalmente, que la sociedad (nosotros) debería premiar profusamente al empresario a quien se debe lo más preciado en nuestras sociedades: la creación de empleo. Hay que insistir también en que no es el empresario quien crea el empleo. El empleo lo crea la necesidad de la producción. Si hay que producir algo hay que emplear a alguien, quiera o no quiera el empresario, convenga o no convenga al empresario. Si se necesitan 100 empleos para producir algo, esa producción creará esos 100 empleos, independientemente de que se repartan en 100 empresas, o en 50, o en una. O en ninguna, ya sea porque los administre el Estado, o una cooperativa, que contrata como empresario pero no es lo mismo –o incluso una cooperativa utópica, que sin duda no existe pero no es imposible. Se ve que quien crea empleo es la producción; cuando las empresas tienen el monopolio de la producción, tienen el monopolio del empleo, pero eso no significa que lo creen.
A la derecha siempre se le olvida tomar en cuenta que la ventaja del empresario sobre el trabajador no es un merecido premio que el empresario ha ganado con su esfuerzo personal (como por supuesto se afirma en ese artículo): ese empresario no habría lucrado si en la sociedad done fabrica y vende sus productos o servicios no hubiera carreteras, calles, energía eléctrica, agua corriente, transportes públicos, funcionarios, etc., etc., todo lo cual no es en absoluto obra de su esfuerzo personal, sino de los impuestos, y del trabajo de todos nosotros. De modo que el empresario, hay que repetirlo repetitivamente estos tiempos, nos debe algo, muchísimo más que nosotros a él.
Porque el artículo en cuestión dice a continuación, naturalmente, que la sociedad (nosotros) debería premiar profusamente al empresario a quien se debe lo más preciado en nuestras sociedades: la creación de empleo. Hay que insistir también en que no es el empresario quien crea el empleo. El empleo lo crea la necesidad de la producción. Si hay que producir algo hay que emplear a alguien, quiera o no quiera el empresario, convenga o no convenga al empresario. Si se necesitan 100 empleos para producir algo, esa producción creará esos 100 empleos, independientemente de que se repartan en 100 empresas, o en 50, o en una. O en ninguna, ya sea porque los administre el Estado, o una cooperativa, que contrata como empresario pero no es lo mismo –o incluso una cooperativa utópica, que sin duda no existe pero no es imposible. Se ve que quien crea empleo es la producción; cuando las empresas tienen el monopolio de la producción, tienen el monopolio del empleo, pero eso no significa que lo creen.
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