Ir al contenido principal

¿ES ARTE LO QUE HACE DAMIEN HIRST?


Por Félix Ayurnamat

Es importante comprender a fondo cualquier obra para generar una opinión fundamentada, especialmente en el ámbito del arte contemporáneo, donde se busca discernir entre lo efectivo y lo fallido. Analizar la obra inicialmente por una fotografía puede ser efectivo, pero la experiencia de verla en persona, si se analiza con detenimiento, puede resultar mucho más enriquecedora.
 
Recientemente, visitamos la exposición de Damien Hirst en el Museo Jumex, en la Ciudad de México. Aunque el trabajo de Hirst no figura entre mis preferencias artísticas, consideré importante asistir y ver su obra para hacer una evaluación imparcial, tal como acostumbramos en cada exhibición que visitamos.
 
Nuestra visita tuvo lugar un jueves por la mañana, a las 11:15 horas, el cuarto día desde la apertura de la exposición. 
 
Sorprendentemente, no nos encontramos con largas filas de visitantes, a pesar de la considerable promoción en redes sociales que anticipaba un evento muy instagrameable.
 
Es importante mencionar que el acceso directo está disponible para aquellos que prefieren evitar la inclemencia del sol mediante el pago de una “modesta” tarifa de $200 pesos. Este servicio agiliza el ingreso, aunque no está exento de críticas, ya que algunos podrían considerarlo como una forma de privilegio económico.
 
Retomando nuestra experiencia, nuestro ingreso fue ágil y en menos de cinco minutos ya nos encontrábamos en el tercer piso del museo, listos para ver la exhibición. Sin embargo, lamentablemente, nos encontramos con una disposición museográfica que parecía estar en abierta oposición al trabajo de Hirst.
 
La distribución de las obras resultaba caótica y poco cuidada, impidiendo una apreciación adecuada de cada pieza. La falta de espacio entre ellas restaba impacto visual y dificultaba la comprensión de su contexto. La ausencia de un recorrido fluido dificultaba aún más la experiencia del espectador, impidiéndole comprender la evolución del trabajo del artista.
 
En la primera sala, nos enfrentamos a una sucesión de obras que, si bien reflejaban el inconfundible sello de Hirst, carecían de la contundencia y la originalidad que se esperaría del mito creado. La repetición de motivos y la acumulación excesiva de objetos desvirtuaban la efectividad de las piezas.
En particular, las instalaciones hechas con animales conservados en formol, si bien podrían haber sido impactantes si fueran una o dos, perdían su efecto debido a su número excesivo y a una disposición descuidada. La falta de espacio entre las piezas y la ausencia de una narrativa cohesiva restaban valor a cada una de ellas, convirtiendo la visita en una experiencia más tediosa que reveladora.
 
En el primer piso de la exposición, nos encontramos con un par de pinturas de puntos, una de las facetas menos convincentes de la obra de Hirst. Estos ejercicios parecen intentar compensar su falta de impacto visual mediante sus dimensiones desmesuradas. Como bien se dice, lo que no funciona en pequeño difícilmente lo hará en grande, y esto se aplica perfectamente a su obra de brillantes, que contrasta directamente con las pinturas de puntos. Es interesante observar cómo los puntos logran eclipsar visualmente a las superficies doradas y brillantes, que, a pesar de sus elementos llamativos, parecen perderse en la disposición desafortunada de la sala.
 
En esta misma área, nos encontramos con una de las tantas obras de Hirst ecocidas, insectos muertos bajo pedido del autor, catalogados y clasificados de una forma aburrida. Lamentablemente, estas obras, a pesar de su tamaño, pasan desapercibidas debido a su ejecución deficiente y a la disposición descuidada en la sala.
 
Sin embargo, dentro de este caos museográfico, destaca una intervención ubicada cerca de la salida, en una esquina a más de seis metros de altura. Esta intervención logra generar una tensión palpable y los colores utilizados funcionan de manera efectiva. Sin embargo, la falta de comprensión sobre el concepto de intervención por parte del museógrafo se hace evidente al colocar la obra a escasos centímetros de una cámara de vigilancia, lo que afecta su interpretación y resignificación.
Al llegar al segundo piso, nos enfrentamos a un panorama desolador. La sobreabundancia de mariposas y animales muertos para la creación de obras repetitivas, ya sea en tanques, cajas o en las cursis réplicas de vitrales, revela una ambición desmedida que desvirtúa cualquier intento artístico. La saturación visual y la falta de curaduría hacen que las obras carezcan de impacto, generando interpretaciones diversas y, en muchos casos, indignación hacia el creador, especialmente al descubrir que las mariposas son reales.
 
A pesar de este panorama desalentador, hay una pieza que quisiera resaltar: una gran rueda giratoria. No por su ejecución, sino por la relación que tiene con su título. Aunque no pueda considerarla efectiva o bien resuelta, es lo más rescatable de esta sección de la exposición.
 
Al descender a la última sala, que comprende obras de las últimas etapas de Hirst, encontramos las esculturas colocadas en la terraza del museo. Entre ellas, destaca una versión alternativa a su obra "Exquisite Pain", que se presenta en una versión más significativa y reveladora de la crisis del artista. Aunque otras obras de esta sección pueden resultar más obvias o menos impactantes, esta escultura logra captar la atención y profundizar en los matices personales del autor.
 
Continuamos nuestro recorrido hacia la última parte de la exposición, donde nos encontramos con la obra más polémica de Hirst, tan "original" como sus destacadas ventas en subastas: el famoso "cráneo" incrustado con "diamantes", acompañado de siete pinturas en formato mural. Lamentablemente, este cráneo artificial parece perderse en el espacio, eclipsado en cuanto a "éxito de selfies" por la paloma en formol de la segunda sala. Sin embargo, la visita a esta sección vale la pena, ya que aquí encontramos el intento de redención del propio Hirst a través de sus pinturas.
 
Como en una trama de película mexicana de Rumberas, observamos al protagonista intentando redimirse, escapar de las sombras de su pasado para recuperar su humanidad. En mi opinión, las pinturas de Hirst son efectivas en términos formales; con unos minutos de contemplación, comienzan a revelar las emociones y los pensamientos del autor en esta etapa de su vida. 
 
Son obras profundamente contemplativas que invitan al espectador a sumergirse en su mundo. Recomiendo recorrerlas de derecha a izquierda y viceversa para apreciarlas en su totalidad. Aunque no son perfectas, en mi opinión, representan lo mejor de la exposición.
 
A lo largo de la exhibición, el personal del museo se muestra amable para regañarte o para ofrecer su ayuda para comprender mejor las obras. En esta última sala, una de las jóvenes se acercó a nosotros para plantearnos una pregunta fundamental: "¿Creen que esto es arte o no lo es?". Y es precisamente a eso a lo que vinimos a esta exposición, a responder si la obra de Damien Hirst puede considerarse arte o no.
 
Después de analizar detenidamente cada pieza y reflexionar sobre el conjunto de la exposición, llego a la conclusión de que Damien Hirst es, un artista. Sin embargo, es un artista que, en su afán por el lucro, ha diluido su arte en un mar de objetos decorativos repetitivos y carentes de profundidad para satisfacer las demandas del mercado del arte. Ha vendido ilusiones a aquellos adinerados que creyeron en la falacia de que invertir en arte conceptual es una garantía de retorno económico (lamento informarles que fueron engañados).
 
La mayoría de las obras presentadas en Jumex no pueden considerarse arte en el sentido más puro de la palabra; en el mejor de los casos, son simples ejercicios estéticos técnicamente resueltos pero conceptualmente vacíos. No comunican, no establecen un diálogo con el espectador; son meros productos plásticos que carecen de profundidad y significado. Sin embargo, entre la cantidad de objetos superfluos, resaltan las pinturas, la escultura previamente mencionada y dos instalaciones que revelan las capacidades artísticas de Hirst.
 
Espero sinceramente que el tiempo, le permita a Hirst redimirse y retomar el camino creativo que inició en su juventud. Que pueda volver a ser un artista en constante búsqueda de expresar su visión del mundo, como aprendió en sus años escolares, y alejarse de la gran trampa que representa el éxito y el mercantilismo.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Carta de Belisario Dominguez

Señor presidente del Senado: Por tratarse de un asunto urgentísimo para la salud de la Patria, me veo obligado a prescindir de las fórmulas acostumbradas y a suplicar a usted se sirva dar principio a esta sesión, tomando conocimiento de este pliego y dándolo a conocer enseguida a los señores senadores. Insisto, señor Presidente, en que este asunto debe ser conocido por el Senado en este mismo momento, porque dentro de pocas horas lo conocerá el pueblo y urge que el Senado lo conozca antes que nadie. Señores senadores: Todos vosotros habéis leído con profundo interés el informe presentado por don Victoriano Huerta ante el Congreso de la Unión el 16 del presente. Indudablemente, señores senadores, que lo mismo que a mí, os ha llenado de indignación el cúmulo de falsedades que encierra ese documento. ¿A quién se pretende engañar, señores? ¿Al Congreso de la Unión? No, señores, todos sus miembros son hombres ilustrados que se ocupan en política, que están al corriente de los sucesos del pa

La Tardomodernidad

Sin duda lo que hay detrás del proyecto multiforme de vaciar el sentido en este época (que yo llamaría, más que postmodernidad, tardomodernidad) es la ambición de crear un nuevo hombre. Nietzsche lo dijo claramente, y hasta tuvo la ingenuidad de llamarlo Superhombre, idea más bien cómica que acaba en un comic : Superman. La vanguardia no lo dijo tan claramente. La ambición de La Révolution Surréaliste era cambiar al hombre, según su propia consigna. Cuando la revista pasa a llamarse Le Surréalisme au Service de la Révolution, esa consigna se supedita a la consigna marxista de cambiar el mundo. 15 DE ABRIL Sin duda porque aceptan que el camino para cambiar al hombre es cambiar el mundo. Pero esa aceptación no podía durar, y en efecto no tardó en venir la ruptura. Porque ese cambio puede entenderse de diferentes maneras. Las idea del cambio histórico como tarea del hombre era algo que Occidente había ido asumiendo poco a poco y estaba claramente asentada por lo menos desde el Romanticism

Agustín Muhlia 1942-2009 In memoriam

Por: Eduardo A. Rincón Mejía y Martha Aranda Pereyra En: Revista Solar M Marzo 2009 Uno de los científicos mexicanos más importantes y sobresalientes de nuestros tiempos, pionero en la investigación de la energía solar y un destacado y muy activo miembro de la comunidad solar mexicana e internacional. Dicen que cuando dos seres pasan mucho tiempo juntos terminan por parecerse, su genialidad así como su trabajo nos seguirán iluminando por muchos años, tal como el Sol. Por los caminos del Sol Agustín Muhlia Velázquez nació el 11 de marzo de 1942 en San Felipe Tlalmimilolpan, un pequeño pueblo aledaño a la ciudad de Toluca, estado de México. En una familia común con tres hermanas y cuatro hermanos, se distinguió desde pequeño por sus capacidades extraordinarias. La tecnología en él era un don que quizás le venía de familia, su abuelo José Velázquez fue inventor, le gustaba ponerle motores a las cosas y hacer aparatos. Era dueño de una empresa textil y al ver el talento natural de su nieto