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Mostrando las entradas de diciembre 27, 2009

La democracia

La democracia nace congénitamente prematura. Es algo comparable con esa prematuración de las crias humanas de la que suelen hablar los evolucionistas. Debido al tamaño de su cabeza (y supongo que a otras cosas más), el parto del bebé humano sería inviable si naciera tan desarrollado como los otros mamíferos. El niño nace en un estado que para cualquier otro mamífero sería todavía una fase fetal. La indefensión de esa criatura prematura la condenaría a la muerte más que probable si la socialización de la especie humana, fundamentada en el leguaje, no se hiciera cargo de su protección. Es lo que en ciencia politica se llama una segunda gestación, en un "útero social" que toma el relevo del útero biológico. Tampoco la democracia nace suficientemente desarrollada, y es al nacer prácticamente inviable, no por imposibilidad biológica, sino por una imposibilidad histórica que la condena a un círculo vicioso. Para que el pueblo (demos) pueda ejercer el poder (kratos), tiene que

La verdadera igualdad

El trasfondo de nuestra época moderna o postmoderna es la lucha entre el Estado y el Mercado. Hermanos enemigos, porque evidentemente no pueden existir el uno sin el otro. Pero de cuál vaya ganando a cada momento dependen muchas cosas de nuestra vida. Lo importante es percatarse de que no son equivalentes o complementarios, quiero decir que no están igualmente justificados. Porque los males del Estado, que nadie niega que sean muchos, no provienen de su fundamento, que es el “pacto social” y la apertura del espacio del Derecho, sino del Poder que le es inseparable. Aunque inseparables, el Estado y el Poder o son lo mismo. El poder se ejerce en el Estado, pero tiene su estructura propia que no es la del Estado, o sea la del Derecho. Aunque el Poder se sometiese al Derecho, no es eso lo que lo constituye como Poder, sino la fuerza, que puede ejercerse perfectamente fuera del Derecho. Pero el Estado como Estado no puede justificarse sino en la búsqueda de la Justicia. El Mercado en cam

Triste

El otro día pensaba que lo que hace que la vida cotidiana sea tan frustrante en nuestros países pobres (“subdesarrollados”) es la falta de vida democrática; no política democrática, ni democracia política, sino vida democrática. No es inteligencia lo que falta, ni siquiera preparación, porque en nuestros países hay capas sociales perfectamente preparadas, claro que extremadamente minoritarias, pero las capas preparadas son también muy minoritarias en los países ricos. Pero la vida cotidiana tiene en esos países algo invenciblemente sombrío que proviene de una especie de daltonismo social en las capas pudientes y dominantes. Esas capas ven a la sociedad en blanco y negro, sin color, sin calor, sin la riqueza y la alegría que dan los sentimientos solidarios participativos y leales. Con o sin democracia política, en la vida cotidiana, democrático quiere decir simplemente socialmente sano. Esa salud implica una renuncia; no una renuncia utópicamente abnegada, sino una simple elección. Eleg

Diferencias

Creo que la diferencia entre ser de derecha y ser de izquierda, por lo menos en este mundo nuestro dominado por los neoliberales, consiste principalmente en la postura que uno adopte ante dos cuestiones fundamentales: la cuestión de los intermediarios, y la cuestión del darwinismo social. En cuanto a la primera, ser de izquierda consiste en resistir a esa forma social y económica que la burguesía (clase más intermediaria que media) ha acabado por imponer, y de manera rígida en este siglo. Una forma en que los intermediarios (comercio, banca, finanzas) han dejado de ser el vehículo entre la producción y el consumo y han supeditado esos puntos de partida y de llegada a sus propios intereses, convirtiendo al productor en mero proveedor y al consumidor en ser pasivo y manipulado. (Nota: obsérvese el paralelismo de lo que acabo de decir con el artista y su intermediario.) Ser de izquierda consiste en creer que esa inversión de los papeles no es ni razonable ni racional además de ser in