14 de abril 2024 ¡Hola, Félix! Permíteme compartir contigo una reflexión sobre una especie que abunda más que las palomas en iglesia: los envidiosos. Desde padres que parecen agentes de bolsa comparando a sus hijos como si fueran acciones, hasta compañeras de trabajo que destilan más veneno que una serpiente de cascabel, estos seres parecen estar en todas partes, listos para amargarte el café con su toxicidad. Empecemos con los padres envidiosos, esos seres que parecen tener una competencia permanente para comparar a sus hijos con los de los demás. ¿Tu hijo sacó un 10 en matemáticas? ¡Pues el suyo ya está resolviendo ecuaciones cuánticas en el MIT! ¿Tu hija ganó una medalla en natación? ¡La suya ya está preparándose para las Olimpiadas! ¿Cómo no sentirse como un pez fuera del agua con tanta comparación? Luego están las compañeras de escuela, esas pequeñas brujas que disfrutan de tu sufrimiento tanto como de su maldad. ¿Recuerdas a la niña que te miraba como si fueras un extraterrestre
Por Perrochinelo ¡Que onda bandita! ¿Qué tal la vibra de hoy e la ciudad, eh? Aquí su servidor, su perro callejero favorito. Hoy vengo a hablarles al chile de uno de los mega tesoros que tenemos en la capirucha: ¡la riqueza culinaria de los puestos callejeros de comida! ¿Se han dado un rol por las calles de la CDMX y han inhalado ese perfume celestial que flota en el aire? ¡A wilbur, mis cuates, es el aroma de la felicidad en forma de tacos, quesadillas y gorditas! Ni el perfume más caro de París puede competir con la esencia de la cocina callejera de nuestra querida ciudad. Empecemos con las quesadillas, ¿no? Esas reinas del barrio que se cocinan en comal y se rellenan con todo lo que se te ocurra: queso, flor de calabaza, hongos, chicharrón, ¡hasta chapulines! Y si te toca un buen lugar, encontraras una salsa verde que te hará llorar de felicidad. Pero no podemos olvidar a los sopes y las gorditas, esos hermanitos gorditos que te sacan de cualquier apuro. ¿Se han comido un sope de ch