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La crónica del día: Ermitaños

 21 de enero 2024

¡Querido Félix!

Te escribo desde el infierno de la rutina laboral, donde mi diplomacia y mi paciencia son tan escasas como el papel higiénico en universidad pública y mi capacidad para evadir interacciones sociales está en su máximo esplendor. Sí, he decidido por fin compartir contigo mis estrategias secretas para evitar caer en las trampas de las conversaciones insoportables con los compañeros de trabajo. Te revelare los mejores secretos de la evasión antisocial en el entorno laboral.

Primero que todo, permíteme decirte que he desarrollado una habilidad digna de un espía de la CIA. Cuando veo a la distancia a algún colega con la mirada de "voy a aburrirte con mi fin de semana", cambio mi ruta como si estuviera evitando una bomba nuclear. Giraré en pasillos, me esconderé detrás de máquinas de café y hasta podría fingir un desmayo solo para no tener que soportar la tormenta de detalles irrelevantes sobre sus vidas.

Y luego, por supuesto, está la técnica del "desvío temático". Cuando alguien intenta involucrarme en su culebrón personal, yo lanzo un giro inesperado que dejaría atónito al mejor director de cine. Por ejemplo, si empiezan a contarme sobre sus mascotas, inmediatamente cambio el tema de los riesgos de la clonación animal o a las profecías apocalípticas sobre los extraterrestres. Por lo general, terminan aterrados y yo escapo triunfante.

Pero no creas que escapar de las garras de la charla trivial es tarea sencilla. No, Félix, es todo un arte que requiere habilidad, ingenio y una mente rápida para cambiar de tema antes de que te hundan en una historia que solo te quitará minutos valiosos de tu vida que podrías usar para ver Netflix.

Ahora bien, hablemos de la táctica infalible de parecer siempre ocupada. Llevo mi laptop a todas partes, incluso al baño (aunque eso debería quedarse entre nosotros). ¿Por qué? Porque si alguien se acerca a mí con la intención de iniciar una conversación soporífera, simplemente inclino la pantalla hacia ellos y hago movimientos frenéticos con los dedos como si estuviera a punto de hackear el Pentágono. ¡Funciona de forma increíble!

Y no puedo olvidar el arte sutil de la evasión física. Si alguien se acerca con la mirada decidida de alguien que está a punto de revelarme los secretos de su alma, simplemente me levanto y digo algo como "¡Oh, tengo una cita con el dentista!" o "¡Emergencia en el baño!", y me alejo como si estuviera escapando de un asesino.

Ah, Félix, te aseguro que la vida laboral sería mucho más llevadera si todos entendieran que no estoy aquí para ser su psicólogo. No necesito saber sobre la milésima cita romántica fallida de Juanita o los increíbles logros académicos de Robertito Jr. Sé que suena malvado, pero ¿quién tiene tiempo para las telenovelas de pacotilla cuando tienes una bandeja llena de tareas tediosas por hacer?

En fin, mi querido Félix, espero que estas estrategias te sean útiles en caso de que te encuentres atrapado en la telaraña de chismes y anécdotas irrelevantes que suele caracterizar la vida de todo trabajo. Recuerda, la evasión es un arte que se perfecciona con el tiempo y la paciencia, no son enchiladas.  Estoy aquí como un gran maestro zen para compartir contigo mis habilidades prodigiosas en el noble arte de evitar la platicas superfluas.

Con mi usual falta de entusiasmo social,

Rebeca Jiménez

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