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Viajes epistolares.


 Comala, Colima, 7 de mayo 2023

Buen día Félix

Por fin pude terminar la transcripción  de la carta que encontré en la biblioteca de Miskatonic, te la mando para que me des tu opinión.  Había partes ilegibles, por lo cual me tome la libertad de escribir lo que creo que iba, lo pongo en paréntesis para que lo identifiques:

Vuestra merced Fray Bernardino,

Me dirijo a usted con la pluma en mano para compartirle una noticia que sin duda sorprenderá a Su Eminencia y a la Iglesia en general, desde este lugar inhóspito donde he llegado tras varios meses de navegación, buscando siempre nuevas rutas y explorando lo que otros hombres no han osado jamás. Soy un fiel devoto de Dios y mi rey, un explorador incansable que ha recorrido los mares y las tierras más alejadas del mundo conocido, y hoy tengo el honor de comunicaros que he descubierto algo que hasta ahora se consideraba imposible: las Siete ciudades míticas.

Permítame relatarle cómo llegué a conocer de las Siete Ciudades. Durante mis viajes por estas tierras, escuché rumores de una civilización avanzada en el norte. Al principio, lo tomé por habladurías, pero poco a poco empecé a encontrar pistas concretas de su existencia. Finalmente, me topé con un indígena que me habló de las Siete Ciudades, y después de varias semanas de convencerlo, logré que me llevara a ellas.

(Y hoy), después de tantos sacrificios, de vencer los obstáculos más grandes, de enfrentar los peligros más terribles, he llegado al lugar donde se alzan las Siete ciudades. Son más impresionantes de lo que jamás habría imaginado, Padre. Se trata de una serie de urbes magníficas, construidas con una arquitectura que no he visto en ningún otro lugar del mundo. Las paredes y los edificios están cubiertos de oro, las calles son anchas y limpias, y hay jardines y fuentes por todas partes. La gente que habita en ellas es de una belleza excepcional, con sus rostros tatuados y sus cuerpos adornados con joyas y plumas de colores.

Pero no todo es maravilla, Padre. A medida que fui (conociendo) más de estas ciudades, descubrí que también tienen sus sombras. La gente que vive allí es extraña, tienen una religión y unos ritos que nunca había oído antes, y aunque me trataron con respeto y cordialidad, siento que me ocultan algo. Además, parece que hay una especie de guerra latente entre algunas de estas ciudades, una lucha por el poder y la riqueza que puede sobrevenir en cualquier momento.

No os miento, Padre, cuando os digo que mi descubrimiento ha sido algo muy grande, pero también muy peligroso. Ahora me encuentro en una situación difícil, porque he de decidir si regreso a la capital de la Nueva España para dar cuenta de todo lo que he visto, o si me quedo aquí para seguir investigando. Aunque por un lado me gustaría volver a casa para reencontrarme con mi familia, por otro lado siento que mi deber aquí no ha terminado.

Padre, le pido a vuestra merced que pida por mi alma y por las Siete Ciudades. Que Dios me brinde la sabiduría para saber qué hacer y la fuerza para llevarlo a cabo.

Con todo mi respeto y gratitud, 

(Ilegible) Pedro de la Vega.

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