Paititi. Ilustración de Félix Ayurnamat
7 de mayo de 2018
Estimado Félix
No sé si esta carta llegará a tus manos, pero he sentido la necesidad de escribirte para contarte sobre mi última aventura en el corazón del Amazonas. He visitado el templo sagrado de la ciudad perdida e inhabitada de Paititi, y te aseguro que ha sido una de las experiencias más misteriosas y fascinantes que he vivido.
Desde que supe de la existencia de Paititi, he sentido una obsesión por visitar este lugar. Durante años he investigado sobre su ubicación y su historia, y finalmente logré dar con un mapa que me guió hasta allí. Pero te advierto que llegar no fue fácil. Tuve que adentrarme en lo más profundo de la selva, sorteando peligros y desafíos, pero finalmente llegué a mi destino.
El templo sagrado de Paititi se alzaba majestuoso ante mis ojos. A pesar de estar abandonado por siglos, aún conservaba su esplendor y misterio. Su arquitectura era impresionante, con detalles que dejaban claro que fue construido por una civilización muy avanzada y que conocía secretos que hoy se nos escapan.
Lo que más me impresionó de este lugar fue su atmósfera misteriosa y enigmática. Una sensación de que algo sobrenatural se escondía en sus pasillos y plazas me invadió desde el primer momento. Me sentía como un explorador en busca de un tesoro, pero en lugar de oro y piedras preciosas, buscaba respuestas a mis preguntas más profundas sobre la vida y la existencia.
Caminé por los pasillos y salones del templo, cautivado por la sensación de estar en un lugar sagrado que pocos o nadie antes que yo habían visitado. Pero, conforme avanzaba, esa sensación de misterio se volvía cada vez más intensa. Había algo en el aire, un aroma dulce y misterioso que no podía identificar. Y entonces, lo vi.
En el centro del templo, una estatua de una mujer en posición de meditación se erguía en una plataforma elevada. A su alrededor, había grandes espejos de roca que reflejaban la luz que entraba desde el techo, creando una atmósfera mágica. La figura de la mujer parecía mirarme con una mirada penetrante y profunda. No pude evitar sentirme intimidada.
Me acerqué a la estatua y la contemplé durante varios minutos, tratando de desentrañar su significado. ¿Quién era esa mujer? ¿Por qué era tan importante para la cultura que había construido este templo? Intenté tocarla, pero algo me detuvo. Una fuerza invisible me impidió acercarme demasiado.
Desde ese momento, la sensación de misterio se intensificó. Comencé a sentir que algo no estaba bien, que el lugar no estaba abandonado por completo. Una presencia invisible me observaba, y no sabía si era amigable o hostil. De repente, un ruido me sobresaltó.
Al volverme, vi que la figura de la mujer se había movido. No pude creer lo que veía. La estatua parecía haber cobrado vida, y ahora miraba en otra dirección. Me alejé, aturdida y confundida. ¿Había allí algo más que simplemente una estatua?
A partir de ese momento, comencé a escuchar más ruidos extraños en el templo. A veces eran pasos, otras veces eran susurros, y en ocasiones podía sentir el aliento de algo respirando detrás de mí. Me sentía cada vez más atrapada en una sensación de misterio y peligro.
Pero a pesar de todo, no podía abandonar el templo. Sentía que había algo allí que necesitaba descubrir. Me adentré más y más, explorando cada rincón, desafiando cada obstáculo. Me encontré con habitaciones ocultas, pasadizos secretos y artefactos invaluables. Pero también me encontré con fuerzas sobrenaturales que no podía explicar.
Finalmente, después de varios días de exploración, descubrí el mayor tesoro de Paititi. Un manuscrito antiguo en español antiguo que contenía los secretos más profundos de la cultura que lo había construido. A medida que leía, mi mente se llenaba de ideas e imágenes que me hacían reflexionar sobre la existencia humana y los misterios del universo.
Pero también sucedió algo inesperado. A medida que avanzaba en la lectura, comencé a sentir una presencia a mi alrededor. Una energía extraña que me invadía y me dominaba. Me encontré en un estado de trance, perdida en el tiempo y el espacio, mientras una voz misteriosa me susurraba al oído.
Finalmente, logré salir del trance y abandoné el templo. Pero la sensación de misterio y peligro aún me acompaña. Aunque he vuelto a mi vida normal, no puedo evitar pensar en Paititi y en lo que encontré allí. Me pregunto si volveré algún día, o si este lugar está mejor dejado en el pasado.
De cualquier manera, querido amigo, espero que esta carta te haya dado una idea de lo que viví en Paititi. Espero que algún día me acompañes a explorar este lugar sagrado y misterioso.
Atentamente,
Tu amiga Rebeca Jiménez
Comentarios