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EL ESTALLIDO SOCIAL COMO CHANTAJE POLITICO

Recientemente se ha hablado mucho sobre el estallido social que puede devenir de continuar la actual situación económica y política del país. Políticos de oficio de toda índole han recurrido en sus discursos al estallido social como un chantaje político unos para asegurar más canonjías y otros para obtenerlas.
Las propuestas hechas por el Espurio, sobre todo su propuesta fiscal ha sido el marco contextual para escuchar en los discursos de los políticos de oficio sobre las advertencias de un estallido social, algunos como una preocupación y otros como el “coco” del gobierno. De los hombres del sistema se ha escuchado de todo incluso el atrevimiento de decir que no pasa nada y que todo se debe resolver sobre la base del diálogo y la institucionalidad, que todo lo tienen controlado, llegando al caso de que hombres de la academia que juegan el papel de ideólogos del sistema tratan de justificar la imposibilidad de un estallido social y minimizan la existencia del movimiento revolucionario.
Las advertencias de los síntomas de un estallido social se vuelve chantaje político cuando políticos de oficio desde la posición de la izquierda constitucional lo hacen desde una actitud timorata, temiendo a la acción de las masas oprimidas, gritando a los cuatros vientos “su preocupación” para que el Estado tome nota y “corrija” su política, se hace desde la posición de mantener el status quo, no para transformar la condición de opresión y explotación que vivimos los mexicanos; lo hacen también aquellos políticos que hoy están en circunstancias de “oposición” y advierten asumiendo que con ellos no pasaría o llegaría al estallido social.
Cierto es que por las políticas neoliberales las condiciones objetivas para una revolución social existen y se han desarrollado a tal grado de que en México están dadas las condiciones objetivas para que se den revueltas y estallidos sociales, insurrecciones locales, parciales e incluso nacionales, eso cualquiera lo entiende y lo observa en la realidad nacional que con las políticas neoliberales aquellas se desarrollan a tal grado que el descontento es inocultable y generalizado.
Pero de ahí a que se de de manera espontánea o producto del desarrollo de la lucha de clases hay mucho trecho y necesariamente se deben tomar en cuenta el desarrollo de las condiciones subjetivas.
Mientras quienes detentan el poder temen sobre manera al estallido social por cuanto atenta a sus intereses vitales; mientras a los políticos de oficio lo utilizan como chantaje para preservar o exigir más canonjías, para los revolucionarios ni temor ni chantaje, por el contrario trabajamos conscientemente por desarrollar al máximo las condiciones subjetivas para que se haga realidad no sólo el estallido social, sino la concreción de la revolución social que reclama la historia, que exige la realidad, que el pueblo empieza a exigir.
Mucho se ha especulado con el centenario y el bicentenario de dos procesos históricos, la revolución mexicana (1910) y la guerra de independencia (1810), desde la posición gubernamental y los defensores del régimen se trata de exaltar un falso patriotismo que raya en lo chocante, vacío de contenido desde el momento que a los héroes que ayer fueron hasta excomulgados ahora se les pone en un pedestal despojados de su contenido revolucionario.
En la conciencia histórica del pueblo está presente la visión histórica voluntarista de “que la cosa revienta cada 100 años” como si se tratara de eventos a base de voluntad, esperando sólo que surjan los Morelos, los Hidalgo, los Villa, los Zapata que convoquen a “echar madrazos, ese es el sentir de un pueblo que exige justicia, sin embargo, para los revolucionarios lo ven desde otra perspectiva.
Las condiciones objetivas y subjetivas para una nueva revolución en nuestro país están dadas. Las primeras reflejadas en las condiciones materiales de existencia de nuestro pueblo que cada día es obligado a vivir en una constante depauperización que ha alcanzado a más de 80 millones de mexicanos de vivir en la pobreza, en la miseria y en la opresión política; las segundas en cuanto a la existencia del movimiento revolucionario en constante desarrollo.
Luego entonces, cualquiera se preguntaría ¿Qué esperamos, por qué no “reventamos” esto?
Si bien es cierto que las condiciones objetivas y subjetivas están dadas, hace falta que las segundas las desarrollemos y consolidemos. Para los revolucionarios el problema de la revolución no un problema personal, emotivo o irracional, es un asunto de suma importancia que debe ser preparada a conciencia. En pocas palabras las condiciones subjetivas existen expresadas en los pilares fundamentales para la revolución, sin embargo, hay que desarrollarlas, trabajar conscientemente para que éstos se consoliden y se desarrollen.
Pero como esto no abstracto, tampoco un problema determinista si dadas las condiciones objetivas, agudizadas al máximo las contradicciones sociales y la polarización de la sociedad producen lo tan temido, el estallido social, los revolucionarios en estos momentos tampoco estaríamos ajenos a dicho fenómeno.
Como revolucionarios siempre deben hablar de frente al pueblo, no ocultar sus intenciones, el chantaje político no parte de su política o táctica.
Estamos convencidos de la necesidad histórica de una nueva revolución en nuestro país que venga a transformar profundamente nuestro país, pero también sostenemos la convicción de que dicha revolución tiene que ser preparada concienzudamente, como un acto racional que libere al hombre de la opresión y de la explotación, en ello hemos estado trabajando todos estos años, en ellos seguiremos trabajando para que las condiciones subjetivas coincidan con las objetivas y entonces sí que “reviente la cosa”.
Cuestionaremos con toda claridad a quienes invocan el estallido social como chantaje político, cuestionaremos cuantas veces sea necesaria la actuación de los políticos de oficio que sostienen y apuntalan al régimen neoliberal, al sistema de explotación capitalista en el país. Criticaremos a quienes sostienen posiciones timoratas y derrotistas dentro del conjunto del movimiento de masas y confrontaremos políticamente cuantas veces sea necesario a quienes detentan el poder económico y político que tratan de impedir a toda costa el estallido social, a la revolución que sus vientos ya soplan en la geografía nacional.
Tengamos presente todos aquellos que decimos estar de parte de los oprimidos y explotados que antes de la tormenta social está esa aparente calma, esa supuesta superioridad de quienes detentan el poder, esa falsa apatía del pueblo.
Imperioso resulta para los luchadores sociales, para los hombres progresistas, para los revolucionarios que trabajan conscientemente en el desarrollo de las condiciones subjetivas que se concretan en estos momentos con la consolidación y desarrollo de un partido revolucionario, de un ejército revolucionario del pueblo y un poderoso movimiento político de masas, todos estructurados en función de hacer y dirigir la nueva revolución.
Basta ya de la dispersión de las fuerzas populares, pasemos a la concreción de las grandes tareas revolucionarias que exige la presente etapa de lucha, pasemos a la concreción de la unidad de todo el pueblo, de la unidad de los diferentes destacamentos de lucha de nuestro pueblo.
Seguramente los panistas, los priístas y los del tucan asesino aprobarán las exigencias y pretensiones del ilegítimo de Calderón, creando nuevas cargas fiscales que recaerán en las espaldas de nuestro pueblo; muchos se rasgarán las vestiduras e imploraran de los grandes peligros y seguirán recurriendo al estallido social como chantaje político, preparémonos para tales acontecimientos, comprendamos el fenómeno social y no caigamos en la desesperación política.
Mejor preparémonos para generalizar las acciones políticas de masas en el plano nacional, cerremos filas y construyamos ya la unidad de todo el pueblo, conjuntemos esfuerzos para la construcción de una conciencia de clase nacional, preparémonos política e intelectualmente para estar a la altura de las exigencias de la presente etapa de lucha de nuestro pueblo.
Y mientras algunos recurren al chantaje político, todos debemos avanzar sin titubeos en la construcción de las condiciones que hagan posible no sólo la revolución, sino su triunfo.

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