Ir al contenido principal

No ser inteligente

La inteligencia burguesa es producto de la cuantificación y como tal está ya viciada de entrada. La cuantificación, la obsesión por los números y los ficheros, es una vieja manía del materialismo, manía que tiene probablemente su origen en la necesidad de controlar el trabajo ajeno.
Controlar las mentes ajenas, numerarlas y pesarlas adjudicándolas un coeficiente es una prolongación perfectamente lógica y que desgraciadamente no se da ya únicamente en el capitalismo. Para llevar a cabo esta importante tarea, la de legitimar las diferencias con una cualidad medible y menos grosera que la fuerza bruta, el psicólogo se vale de un instrumento valioso: el test de inteligencia. De este, se deduce un fatídico coeficiente que en EU (y próximamente en nuestras países) acompaña al individuo hasta la muerte, y es un dato tan indiscutible como el color de los ojos o el grupo sanguíneo. El test de inteligencia se basa en una interminable serie de falsas suposiciones "científicas" que sería penoso describir aquí. Es, brevemente, un burla de proporciones asombrosas.
Pero lo que me interesa hacer notar es hasta que punto el mismo espíritu del test es perfectamente represivo e ideológicamente tendencioso. Para empezar, el test de inteligencia es por supuesto individual. A nadie se le ha ocurrido hacer un test a un grupo de personas, para ver si son capaces conjuntamente de resolver una situación nueva o de tomar decisiones en común. Esto sería una práctica absurda y peligrosa, un aprendizaje malévolo. El test es un lucha individual.
Irónicamente, reciben el nombre de "colectivos" los test que se realizan como exámenes escritos en grupo, e individuales los que se llevan a cabo interrogando individualmente a cada individuo. El test "colectivo" es pues un clásico "examen", un simple ejercicio de campo de "concentración" .
En el test es importante la concentración. La concentración es un pilar del rendimiento, es silencio, incomunicación, aislamiento. De nada sirve que la respuesta la sepa el de al lado, o esté en un libro en la biblioteca. Hay que concentrarse solo y ser eficaz de uno en uno, infinitas veces.
En este ejercicio individual el factor tiempo suele ser decisivo. y es que el "tiempo" es fundamental en la vida que llevamos. No se puede perder un minuto, pero se pierden todos. El distraído no trabaja, el distraído no consume. Sin un control estricto del tiempo no es posible la eficacia y por lo tanto en una prueba como el test que mide sobre todo esto, no puede dejar de valorarse la velocidad. Además de la velocidad es Importante la masificación. La gran sala atiborrada de sillas con apoyabrazos, perfectamente alineadas, los cuestionarios idénticos repartidos al unísono, la señal de partida dada con el silbato, el control de los examinadores que contestan a las preguntas de los testados con las respuestas codificadas y neutras que no dan ventaja, y por descontado, con el mismo calor que podría hacerlo un máquina de cigarrillos.
Por último, como dice un entusiasta de los tests, es preciso "que el individuo que se somete al test demuestre por completo su capacidad en lo que éste le exige, pero nada más". El dividir la vida en actividades estancas es un buena afición del poder. Hay que contestar si o no; ni soñar en contestar "quizás" o "no estoy seguro". Se debe ceñir uno estrechamente al tema. Nada de irse por las ramas, nada de imaginación, de florituras o aportaciones personales.
Cuando se está haciendo el test, se está haciendo un test y basta. Si un niño dijera a su encuestador que no quiere seguir porque el test es feo, el encuestador no se inmutaría. Sencillamente escribiría en su cartulina: idiota.
Por supuesto, si un adulto escribe en la hoja diciendo que no quiere rellenar las casillas, recibirá la misma respuesta que el niño y habrá alcanzado la misma edad mental: idiota. Para clasificar, es imprescindible que todos los clasificados sigan un mismo criterio: el del clasificador. No es difícil hacer el retrato robot del niño-inteligente-que-triunfa-en-el-test. Se trata de un niño bien educado, rápido, seguro de si mismo, concentrado y serio, poco imaginativo pero buen calculador, dócil pero desconfiado, esperando una trampa detrás de cada palabra y dispuesto a esforzarse para salir bien parado e las pruebas. Ni que decir, debe ser de cultura occidental e hijo de buena familia. Indígenas, negros, marginados e hijos de obreros abstenerse. (continúa)

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Carta de Belisario Dominguez

Señor presidente del Senado: Por tratarse de un asunto urgentísimo para la salud de la Patria, me veo obligado a prescindir de las fórmulas acostumbradas y a suplicar a usted se sirva dar principio a esta sesión, tomando conocimiento de este pliego y dándolo a conocer enseguida a los señores senadores. Insisto, señor Presidente, en que este asunto debe ser conocido por el Senado en este mismo momento, porque dentro de pocas horas lo conocerá el pueblo y urge que el Senado lo conozca antes que nadie. Señores senadores: Todos vosotros habéis leído con profundo interés el informe presentado por don Victoriano Huerta ante el Congreso de la Unión el 16 del presente. Indudablemente, señores senadores, que lo mismo que a mí, os ha llenado de indignación el cúmulo de falsedades que encierra ese documento. ¿A quién se pretende engañar, señores? ¿Al Congreso de la Unión? No, señores, todos sus miembros son hombres ilustrados que se ocupan en política, que están al corriente de los sucesos del pa

La Tardomodernidad

Sin duda lo que hay detrás del proyecto multiforme de vaciar el sentido en este época (que yo llamaría, más que postmodernidad, tardomodernidad) es la ambición de crear un nuevo hombre. Nietzsche lo dijo claramente, y hasta tuvo la ingenuidad de llamarlo Superhombre, idea más bien cómica que acaba en un comic : Superman. La vanguardia no lo dijo tan claramente. La ambición de La Révolution Surréaliste era cambiar al hombre, según su propia consigna. Cuando la revista pasa a llamarse Le Surréalisme au Service de la Révolution, esa consigna se supedita a la consigna marxista de cambiar el mundo. 15 DE ABRIL Sin duda porque aceptan que el camino para cambiar al hombre es cambiar el mundo. Pero esa aceptación no podía durar, y en efecto no tardó en venir la ruptura. Porque ese cambio puede entenderse de diferentes maneras. Las idea del cambio histórico como tarea del hombre era algo que Occidente había ido asumiendo poco a poco y estaba claramente asentada por lo menos desde el Romanticism

Agustín Muhlia 1942-2009 In memoriam

Por: Eduardo A. Rincón Mejía y Martha Aranda Pereyra En: Revista Solar M Marzo 2009 Uno de los científicos mexicanos más importantes y sobresalientes de nuestros tiempos, pionero en la investigación de la energía solar y un destacado y muy activo miembro de la comunidad solar mexicana e internacional. Dicen que cuando dos seres pasan mucho tiempo juntos terminan por parecerse, su genialidad así como su trabajo nos seguirán iluminando por muchos años, tal como el Sol. Por los caminos del Sol Agustín Muhlia Velázquez nació el 11 de marzo de 1942 en San Felipe Tlalmimilolpan, un pequeño pueblo aledaño a la ciudad de Toluca, estado de México. En una familia común con tres hermanas y cuatro hermanos, se distinguió desde pequeño por sus capacidades extraordinarias. La tecnología en él era un don que quizás le venía de familia, su abuelo José Velázquez fue inventor, le gustaba ponerle motores a las cosas y hacer aparatos. Era dueño de una empresa textil y al ver el talento natural de su nieto