Por El Perrochinelo
¡Qué onda, banda! Hoy vamos a echarle un ojo al "fifí" de los "fifís": Claudio X. González, el "junior" que, según él, viene a salvarnos de la "4T". Pero, la neta, ¿qué tan chido es su cotorreo político?
Primero, hay que decirlo: Claudio es hijo de papi. Su jefe, Claudio X. González Laporte, es un pez gordo en el mundo empresarial. Y aunque el "junior" dice que se hizo solito, la sombra de su apá está más presente que el sol a mediodía en primavera.
Este cuate se ha dedicado a tirarle con todo al gobierno anterior y al actual, pero sus críticas suenan más a berrinche de niño rico que a argumentos sólidos. Por ejemplo, en octubre de 2024, llamó "autoritaria, inepta e insensata" a la presidenta Claudia Sheinbaum.
La respuesta de Sheinbaum no se hizo esperar, y lo bautizó como "junior tóxico".
Y es que, la neta, Claudio se ha ganado a pulso ese apodo. Su activismo político parece más una vendetta personal que un verdadero interés por el país. Se la pasa organizando marchas y movimientos que, al final del día, no prenden ni con gasolina.
Además, su discurso está más desconectado de la banda que el Wi-Fi del metro. Habla de democracia y justicia, pero desde su trono de privilegios. Es como si un vegano te quisiera enseñar a hacer tacos al pastor: no le crees ni tantito.
Por si fuera poco, su estrategia política es más plana que tortilla de comal. Se alió con partidos que, en su momento, criticó por corruptos. O sea, ¿en qué quedamos, mi chavo? Eso de andar brincando de un lado a otro nomás demuestra que su brújula moral está más perdida que turista en Tepito.
Y no olvidemos su papel en la creación de organizaciones como "Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad". Suena bonito, ¿no? Pero cuando rascas tantito, te das cuenta de que sus investigaciones siempre apuntan para el mismo lado. Es como si el árbitro solo le marcara faltas a un equipo.
Claudio X. González Jr. es el típico "junior" que quiere jugar a la política sin ensuciarse los zapatos. Sus críticas carecen de sustancia, sus alianzas son cuestionables y su activismo parece más un capricho que un compromiso real.
Así que, banda, no se dejen engañar por los discursos pomposos de este "fifí". Mejor pongamos atención a quienes, de verdad, están chambeando por el país desde abajo, sin reflectores ni apellidos rimbombantes. Porque, al final del día, México no necesita más "juniors tóxicos", sino raza comprometida que le entre al ruedo con ganas y corazón.
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