Frida Kahlo. Fotografía de Manuel Álvarez Bravo. |
Por TAEXVI
La fotografía artística mexicana del siglo XX es un magnífico testimonio de los cambios culturales, políticos y sociales que vivió el país durante este periodo. Más allá de ser un mero registro visual, esta disciplina se consolidó como una forma de expresión estética capaz de dialogar con las inquietudes de su tiempo. Al pensar en este tema, no puedo evitar recordar cómo las y los fotógrafos mexicanos utilizaron la cámara como una herramienta para construir narrativas que iban más allá de la simple reproducción de la realidad.
Obrero en huelga asesinado. Fotografía de Manuel Álvarez Bravo
Un artista fundamental para entender la fotografía en México es Manuel Álvarez Bravo, quien para muchos es considerado uno de los padres de la fotografía artística en México. Sus imágenes capturan no sólo los paisajes y escenas cotidianas, sino también las complejidades de la identidad mexicana. Obras como El ensueño o Obrero en huelga asesinado no solo nos muestran momentos de la vida diaria, sino que nos llevan a pensar sobre temas como la muerte, el trabajo y la resistencia. Álvarez Bravo construyó un lenguaje visual que mezcla simbolismo, surrealismo y una profunda sensibilidad hacia lo humano.
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Mujer ángel. Fotografía de Graciela Iturbide. |
En contraste, la obra de fotógrafas como Lola Álvarez Bravo o Graciela Iturbide ponen un énfasis particular en la representación de las mujeres y las tradiciones culturales. En el caso de Iturbide, su obra Mujer ángel nos lleva al desierto de Sonora, donde retrata a las mujeres indígenas de Sonora con una mezcla de cercanía y misticismo. A través de sus imágenes, la fotógrafa crea un puente entre lo documental y lo poético, logrando una reflexión sobre la relación entre el pasado y el presente en las comunidades indígenas.
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Cuando una mujer guapa parte la plaza por Madero. Fotografía de Nacho López |
Otro fotógrafo clave es Nacho López, quien adoptó un enfoque más social. López se dedicó a registrar la vida urbana de la Ciudad de México, especialmente en sus rincones más populares. Sus series fotográficas, como Cuando una mujer guapa parte la plaza por Madero, son intervenciones casi teatrales en el espacio público que cuestionan las dinámicas sociales y las jerarquías del poder visual. Su obra no solo es un documento histórico, sino también un recordatorio a repensar el papel de la fotografía en la sociedad.
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Sombrero, martillo y hoz. Fotografía de Tina Modotti. |
La fotografía mexicana también se vio enriquecida por la mirada de artistas extranjeros que adoptaron al país como su hogar. Tina Modotti, por ejemplo, utilizó su cámara como una herramienta tanto artística como política. Su fotografía Sombrero, martillo y hoz no es solo un ejemplo de composición visual rigurosa, sino también un manifiesto ideológico. Modotti representa ese vínculo entre el arte y el compromiso social que caracteriza a buena parte de la fotografía mexicana del siglo XX.
Por otro lado, Pedro Meyer es fundamental para entender la transición entre la tradición y lo moderno en la fotografía mexicana. Su obra no sólo explora las posibilidades técnicas del medio, sino que también cuestiona las nociones de verdad y representación en la imagen fotográfica. En este sentido, Meyer marca una ruptura con el realismo documental y abre un nuevo espacio para la experimentación.
La fotografía artística mexicana del siglo XX no fue solo un reflejo de su tiempo, también funcionó para observar el mundo desde nuevas perspectivas.
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