Incróspido (adj.): Condición etílico-social que describe el estado conductual de ciertos individuos tras cruzar la delgada línea entre "nomás unas chelas" y el "échame otra ronda". El incróspido se manifiesta como un despliegue desaforado de malos modales, soberbia desmedida, y una lengua tan descompuesta como su equilibrio. Este cuadro clínico, típico de las noches de juerga, suele ir acompañado de frases altisonantes y actitudes desvergonzadas que oscurecen el alma del convivio y provocan un sutil deseo colectivo de que "alguien lo saque de aquí".
Características diagnósticas:
Ego sobredimensionado: El incróspido adopta un aire de altanería absoluta, considerando que su palabra es ley y su presencia, indispensable. La humildad queda oficialmente desterrada de su ser.
Vociferación descontrolada: Emplea un lenguaje rico en léxico de barrio, acompañado de comentarios respondones, cínicos y, en ocasiones, ofensivos. Todo con la elegancia de una cucaracha nadando en la sopa.
Igualación social: El incróspido asume que su estatus etílico le otorga inmunidad jerárquica, tratando de “tú” al chofer del micro, al jefe, al mesero y hasta a su mismísima jefecita.
Desconexión de la realidad contextual: No importa si está en una boda elegante o en la banqueta de su casa, el incróspido actúa como si estuviera en su sala, sin pudor y la voz al máximo volumen.
Diagnóstico diferencial:
El incróspido debe diferenciarse de el borrachín bonachón, quien simplemente abraza y llora por cualquier motivo, y del ebrio filósofo, que discute metafísica entre tacos de tripa. El incróspido no busca cariño ni debate; busca imponer su incómoda presencia como si fuera el epicentro de la galaxia.
Tratamiento Sugerido:
La mejor estrategia para lidiar con un incróspido es mantener la calma y proporcionarle distractores que redirijan su atención, como una cumbia pegajosa o una botella de agua con el engaño de que “es mezcal nuevo”. En casos extremos, se recomienda evacuar al incróspido del lugar con la frase universal: “ya mero cierran, carnal”.
Pronóstico:
El incróspido, aunque molesto en el momento, rara vez recuerda sus acciones al día siguiente, regresando a su estado basal con una mezcla de cruda física y moral. Sin embargo, su reincidencia es alta, especialmente en eventos donde el alcohol fluye generosamente y los límites sociales se vuelven borrosos.
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